“Mucho antes de ser policía también me había pasado salvar a un hombre haciendo RCP. Pero lo de Bauti fue distinto, es algo que me llena el alma y no sé cómo explicar”.
Martina Vega (42) es sargento de la Policía Científica de San Martín y vive permanentemente recopilando evidencia en personas fallecidas. La morgue es algo así como su segundo hogar, y suele pasar más horas del día con cadáveres que con sus propios hijos adolescentes.
El 29 de junio pasado tuvo en sus manos la vida de un nene de 9 años. Observó un cúmulo de gente reunida en la plaza central del distrito en el que trabaja y no entendió bien qué pasaba, por lo que su vocación de servicio la motivó a acercarse. Se hizo lugar entre la montaña humana y actuó: con maniobras de reanimación cardiopulmonar pudo ayudar a que la criatura vuelva a respirar.

“Cuando lo agarré no tenía signos vitales. Fue desesperante el momento”, recuerda la heroína en conversación con Primer Plano Online. “Por ignorancia o por no querer asumir la responsabilidad nadie hacía nada más que pedir una ambulancia. Fue arriesgado, porque si salía mal no me lo iba a perdonar nunca, pero era lo que tenía que hacer”, detalló.
Martina es mamá de una hija de 19 años y otro de 17. Sin embargo, pese a que “ya son grandes”, la oficial mantiene un contacto fluido con niños y niñas por sus sobrinas. “Las disfruto mucho, me pueden”, afirma sobre las hijas de su hermana. Ahora, el vínculo con Bauti es como recrear ese amor y sumar cariño a su entorno.
“Fuimos a llevarle un regalito a Martina. Vamos a estar toda la vida agradecidos”, fue el mensaje de Mayra, la mamá del nene, en sus redes sociales tras visitar a la agente en su trabajo el jueves pasado. Se sacaron fotos y compartieron anécdotas durante un rato. El chiquito aprovechó para sentarse en la silla de la sargento, frente a su computadora con su termo y mate, compañeros fieles de cada jornada laboral.

Si bien el reconocimiento público es masivo, de la fuerza la mujer policía recibió una felicitación en papel “por haber salvado una vida”. No hubo ni ascenso ni alguna medalla al mérito, que la propia Martina aclara que “no es lo que busco”. Su labor tiene al mando todo lo que es Policía Científica de zona norte: ella es radióloga forense y hace informes sobre homicidios y suicidios.
“En el momento, lo único que quería era que Bautista vuelva a respirar. Cuando caigo en lo que pasó me tiembla el cuerpo”, afirma la oficial, que recordó también una anécdota pero a la inversa que vivió una semana antes de lo que sucedió con Bauti.
“Estaba llegando a mi casa y vi un tumulto de gente. Me bajé del auto y no era un chico que necesitaba ayuda: era un ladrón que había robado en el barrio. Y me tuve que quedar a resguardarlo porque le iban a seguir pegando. Mis propios vecinos me decían que me corra porque se lo merecía”, señaló. Por supuesto que evitó el linchamiento y recién se fue cuando llegó la Policía de la zona.
Martina es hija y tiene dos hermanos más en la fuerza. Léase, su vocación de servicio es familiar. Vive en Tortuguitas, partido de Malvinas Argentinas, y sabe que Bautista “está fenómeno”. “Le hicieron un montón de estudios y no le salió nada. Lo único que le pasó esa vez es que cayó de espaldas, golpeó la cabeza y convulsionó. Así que ahora ya está listo para volver a la escuela”, completó.
Pasaron las vacaciones de invierno y con el aval médico ahora sí retoma el ciclo lectivo. Incluso después del último susto familiar que sufrieron el lunes pasado en un semáforo, cuando regresaban a su domicilio en Billinghurst: les rompieron el vidrio del auto y les robaron las pertenencias que tenían en su poder. Ahí Martina no los pudo proteger, pero ya había hecho algo mucho más importante: devolverle la vida al nene.