Juliana Gómez se convirtió desde hace siete meses en bandera. Por un lado, de la desidia, del desinterés, del arreglate como puedas, del “lo atamos con alambre”, como indica la canción de Ignacio Copani. Ella tenía sueños de jugar al fútbol, quería demostrar su talento dentro de una cancha y dominar la redonda, y para hacerlo aceptaba lo que había: viajar como se podía, calzar botines rotos y hasta tener que pagar para poder hacer ver su calidad.
La joven vecina de Agustín Ferrari, en Merlo, también se convirtió en insignia. Del prohibido olvidar, enarbolado por su familia; del basta del desprecio hacia una actividad que en el mundo se encamina a ser tan profesional como lo juegan los varones; y, principalmente, de la exigencia para que el orden establecido cambie de una vez por todas.
“Empecé una campaña pidiendo apoyo para que esto no vuelva a pasar. Para que no haya otra Juliana Gómez que fue a jugar con todo su amor por la camiseta y me la devolvieron en un cajón”, explicó Marisa, la mamá de la futbolista fallecida el 8 de octubre del año pasado. En conversación con Adrián Noriega en el programa periodístico Primer Plano por el canal Somos, de Flow, enfatizó que “desde la muerte de mi hija no cambió nada, sigue todo igual”.
La mamá de Juli tiene un objetivo que la hace sacer fuerzas de donde no sabe que existen: quiere crear una fundación para contención, ayuda y protección de derechos de las miles de chicas que pretenden jugar al fútbol en el país. Empezando por lo local, sus pagos merlenses, lo primero que necesita es un lugar para instalar la sede de la ONG cuya personería jurídica está en trámite. Después, ponerse a elaborar proyectos concretos mientras se convierte en un ámbito para que las voces empiecen a ser escuchadas.
“Tiene que haber un antes y un después y llegar a una ley que obligue a la AFA a ayudar a los clubes más chicos y a solventar gastos básicos como los de traslados”, planteó Marisa. En el país del fútbol campeón del mundo, por ejemplo, hay chicas que tienen que pagar en las entidades para desarrollar la actividad. Y hay quienes siguen rehenes de un sistema perverso, en el que no pueden acceder a su pase si no pagan para que se los liberen las dirigencias.
LA CAUSA JUDICIAL
Como informó Primer Plano Online, hace dos semanas tuvo un punto final el capítulo judicial paralelo que representó la dramática muerte de Juliana para su familia. Como se recordará, la futbolista perdió la vida volviendo desde la ciudad de Rafaela, en Santa Fe, al volcar el auto en el que viajó para representar al club. El siniestro vial fue sobre la Ruta 9, a la altura del kilómetro 128 en sentido a Buenos Aires.
Después del despiste y los trompos que dio el vehículo la joven murió en el acto y dos compañeras que viajaban con ella sufrieron heridas de diversa consideración. El conductor del rodado, Ricardo López, quien además era fotógrafo y dirigente de la institución deportiva, fue derivado al hospital de Baradero, a donde arribó horas después la familia de la víctima fatal y provocó destrozos y lo agredió mientras era atendido. Todo, claro está, en medio de una crisis de nervios luego de enterarse de la fatalidad.
Luego de ese hecho Ricardo López fue derivado por su obra social a la Clínica Agüero, de Morón, a donde falleció a los diez días. Desde un primer momento se pensó que una cosa tuvo que ver con la otra: es decir, que la agresión de la familia de Juliana estuvo vinculada al deceso del directivo, lo que podría haber configurado el delito de homicidio. Pero a siete meses del hecho, la justicia finalmente archivó el expediente, dio por concluidas las actuaciones y dictó el sobreseimiento de los allegados a Juliana.
¿Qué pasó? Para el fiscal Vicente Gómez, de la Fiscalía Nº 9 de Baradero, “no se pudo determinar” qué heridas sufrió el conductor en el siniestro vial y cuáles en el hospital, si es que las hubo, y además que ninguna de esas lesiones fueron la causa de la muerte, sino que Ricardo López falleció “por una infección generalizada provocada por un virus intrahospitalario”. O sea que para la justicia no se puede probar que la familia de Juliana Gómez y su reacción en el nosocomio de Baradero tenga vinculación con el deceso del chofer.
“Nosotros no negamos que hubo incidente en el hospital, pero se comprobó que los mínimos golpes que pudieron haber existido no tuvieron que ver con la muerte. Su deceso se produjo por politraumatismos, que pudieron haber sido causados por el propio siniestro, pero básicamente la muerte es por una infección intrahospitalaria. Así lo determinó la autopsia como el primer informe médico legal y la segunda pericia”, expresó el abogado Gabriel Becker, representante legal de la familia Gómez.