Carola Labrador, la mamá de Candela Sol Rodríguez, explicó los motivos que la llevaron a correrse de la acusación contra los cuatro imputados que están sentados en el banquillo de los acusados en el segundo juicio por el crimen de su hija que se lleva a cabo en los Tribunales de Morón.
Con duras expresiones en contra de los fiscales que intervinieron en la investigación y ahora en el debate, la mujer renunció a seguir siendo particular damnificada en la causa y ahora seguirá las exposiciones a través de sus abogados: asistirá a las audiencias cuando se sienta de ánimo.
¿Por qué tomó esta fuerte determinación? Lo describió en conversación con Adrián Noriega y Norman Díaz el programa periodístico Primer Plano por el canal Somos, de Flow, en la que particularmente habló del rol del fiscal Mario Ferrario, que fue parte de la instrucción de la causa y a quien ella elogió en el inicio de las audiencias, pero ahora le apuntó con todo.
“Yo pensé que había investigado, porque él me dijo que en diciembre cuando nos reunimos que él tenía un montón de pruebas, que estos tipos eran, que habían trabajado. Y no trabajaron nada. Desde el 2017 que fue el segundo juicio a éste, ni siquiera les tomaron testimonio a los nuevos testigos. Los testigos son los mismos del 2011”, señaló Labrador.
Carola también habló de la foto que pudo captar la lente de Primer Plano Online en la primera jornada de este segundo juicio, en el que se saludó con el capo narco Miguel Ángel ‘Mameluco’ Villalba, quien está sindicado de ser uno de los instigadores del crimen de su hija. A esa imagen la mujer le restó trascendencia.
“No tiene ningún significado para mí. Yo no lo conozco, no sé quién es, me quiso saludar y lo saludé. Para mí ‘Mameluco ‘no tiene nada que ver. Si no me conocía a mí y ni a Candela. Todo es invento de Moreira, ‘Mameluco’ y Chazarreta lo hizo la Fiscalía”, analizó. Se refiere a los cuatro acusados en este segundo capítulo judicial del caso: además de Villalba, el ex policía Sergio Fabián Chazarreta; Héctor Horacio ‘Topo’ Moreira, sindicado como buchón de la Policía; y el carpintero Néstor Ramón Altamirano.
En interpretación de Labrador, existe en el Ministerio Público Fiscal animosidad contra ella y su familia, dado que concentran la hipótesis sobre el asesinato de la nena en una venganza hacia el papá de Candela, quien supuestamente había entregado información a la Policía sobre la actividad de venta de drogas en la zona de San Martín.
“Primero con el doctor Marcelo Tavolaro y ahora con el doctor Ferrario y el otro fiscal (en relación a Marcelo Papavero). Siempre inculpando a la familia, siempre buscando cosas que no son verdad. Yo busco justicia, justicia justa. No quiero que vaya preso cualquier tipo. Quiero que vayan presos los que verdaderamente hicieron que Candela muera”, subrayó Carola.
También se quejó de que en este segundo juicio no estén los jefes de la Policía bonaerense de aquellos años, cuando sucedió el crimen de la nena. “En el transcurso de estas audiencias volví a sentir el maltrato hacia mi familia, hacia mí, el de la mirada inquisitoria que no busca la verdad, que tapa la misma mugre. Y no estoy dispuesta a soportar ningún maltrato más: no quiero avalar la ineficacia y los incapaces que son los fiscales para no esclarecer un hecho que pasaron 13 años”, apuntó.
Cabe recordar que por el crimen de Candela ya hubo condenas en el primer juicio. Hugo Bermúdez y Leonardo Jara recibieron la pena de prisión perpetua por el secuestro, abuso sexual y posterior asesinato de la nena, a quien se llevaron cautiva de la esquina de su casa de la calle Coraceros al 2500 de Villa Tesei. Cerca de las 15 del 22 de agosto de 2011 la menor fue al encuentro de un grupo de compañeras del grupo Scout que integraba, pero nunca llegó.
Cerca de las 19 de ese día, Carola fue a la comisaría 2ª de Hurlingham a radicar la denuncia por su paradero. Después llegaron los días de búsqueda desesperada, con una atención mediática, policial, judicial y política centrada en su aparición. Y el hallazgo del cadáver dentro de una bolsa de consorcio a 30 metros de la colectora norte de la Autopista del Oeste, en el barrio Libertador de Hurlingham. Desde entonces el reclamo por justicia.