A Jorge López lo balearon en la cabeza el 16 de marzo del año pasado. Estuvo internado en el hospital Simplemente Evita de González Catán y finalmente, el muchacho de 23 años falleció el 6 de mayo. Tenía muerte cerebral y sólo restaba que su corazón deje de latir. El proyectil le atravesó el cráneo: lo ejecutaron dos delincuentes que le quisieron robar la moto y fugaron sin concretar ese delito, sino uno peor.
Desde entonces, la familia de la víctima se puso al frente del reclamo por justicia. Tuvo que atravesar la increíble burocracia del sistema: cambios administrativos en la Fiscalía que investigó el caso, de nombres y de responsables a cargo. Durante varios meses ni siquiera tuvieron a quién preguntarle, pero en diciembre pasado el expediente fue girado al fiscal de Homicidios Matías Folino, que activó las medidas de rigor para intentar recuperar el tiempo perdido.
Los dos sindicados como autores del crimen tienen nombre y apellido. Sus pedidos de captura estaban insertos en el sistema, pero curiosamente nadie los encontraba. O peor: nadie los buscaba.
Uno es Gabriel Alejandro Alberto (32), alias ‘Cola’, quien terminó detenido en un contexto completamente diferente al asesinato del delivery. Lo arrestaron mientras robaba cables del tendido eléctrico en General Paz y Dellepiane, de Villa Lugano, territorio porteño. Se encuentra con prisión preventiva concedida y a la espera del juicio.
Por el otro acusado la justicia consiguió que el Ministerio de Seguridad bonaerense active una recompensa para poder dar con él. Se trata de Fabio Mateo Elías Larroude Catán (28). Son cinco millones de pesos los disponibles para quien brinde información certera que permita su captura.
LA FAMILIA, CLAVE PARA LA INVESTIGACIÓN
“Cuando Jorge fallece el caso pasa automáticamente a la fiscalía de Homicidios y queda a cargo del fiscal Claudio Fornaro, al cual solo vimos una sola vez. Cada vez que íbamos a la Fiscalía nos atendía un asistente y nunca había un avance de nada. De hecho, la mayoría del material que está en la causa fueron pruebas que yo brinde por estar hablando con testigos y familiares de los asesinos”.
Las palabras pertenecen a Verónica, la hermana del delivery asesinado, que desde un primer momento se puso al frente del pedido de justicia. En un inicio sus fuerzas estaban puestas en la recuperación del muchacho, aunque el cuadro era de grave a peor. Una vez consumado su deceso el gran objetivo por delante fue la búsqueda de los culpables y que paguen por lo que hicieron.
Sus dichos reflejan también aquello con lo que se enfrentan las víctimas a diario: la falta de empatía con quienes aparecen del otro lado del mostrador. Verónica recuerda que cuando pidió una entrevista en Fiscalía General de La Matanza una persona con la que habló le llegó a preguntar si no tenía miedo de estar metiéndose en esos lugares a hablar con gente desconocida. “Me mataron a mi hermano, que era lo que más quería. De qué voy a tener miedo?”, respondió ella.
El nuevo fiscal a cargo del caso organizó una reunión con Verónica y su mamá, a quienes atendió en persona. “Se presentó y nos proyectó cuales eran las investigaciones y avances que él iba a ejecutar. Yo te puedo asegurar que en dos meses tuvimos más avances que en medio año”, detalló la hermana del repartidor asesinado.