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lunes, abril 28, 2025
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‘Película’, Ibuprofeno y 400 lucas: qué declaró Matías Gil, uno de los detenidos por el crimen de Lechuga Pérez Algaba

A través de su abogado, el joven amigo y compañero de trabajo del principal sospechoso del asesinato, Maximiliano Pilepich, presentó por escrito un largo testimonio para brindar su versión de la causa en la que está imputado en relación al asesinato del trader cuyo cadáver apareció descuartizado en un arroyo.

A través de su abogado, el joven amigo y compañero de trabajo del principal sospechoso del asesinato, Maximiliano Pilepich, presentó por escrito un largo testimonio para brindar su versión de la causa en la que está imputado en relación al asesinato del trader cuyo cadáver apareció descuartizado en un arroyo.

Jamás me vi involucrado en una causa penal, mucho menos de estas características. A Maximiliano Pilepich lo conocí cuando realizaba tareas de mensajería y repartos. Con el correr del tiempo me contrataba con mayor periodicidad para realizar tareas de confianza, como por ejemplo ir al banco o llevar documentación a destinos. Hasta que un día, me dice algo así como ‘a ver si te dejás de joder con la motito y venís a trabajar conmigo’”.

Así comienza la declaración testimonial espontánea que anoche presentó en la Fiscalía Nº 5 de Lomas de Zamora Matías Gil, uno de los detenidos por el crimen de Fernando ‘Lechuga’ Pérez Algaba, el trader cuyo cadáver apareció descuartizado en un arroyo de Lomas de Zamora en julio pasado. La principal hipótesis que persigue la investigación es que el móvil del hecho fue una deuda que uno de los apresados mantenía con el empresario fallecido.

Como informó Primer Plano Online en varios artículos, por el estremecedor y sangriento episodio están también tras las rejas Maximiliano Ezequiel Pilepich, sindicado como autor material e intelectual del crimen; Nahuel Sebastian Vargas, Luis Alberto Contreras (sospechado de ser quien desmembró el cadáver); Horacio Mariano Córdoba (el comisario de la Policía de la Ciudad acusado de aportar soporte tecnológico a la organización); Flavia Lorena Bomrad (la gestora que engañó a Pérez Algaba para que se acerque al predio en donde finalmente fue asesinado) y Fernando Gastón Martín Carrizo.

Ahora Gil envió un texto de diez carillas a través de su representación legal para despegarse del crimen y explicar por qué estuvo en el lugar de los hechos. “Habíamos generado una buena dinámica de trabajo junto a Maximiliano. Mi novia era su secretaría, y yo era su mano derecha de confianza en la calle, para hacer cobranzas, pagos o ir en representación de él a lugares”, continuó diciendo en su exposición.

A lo largo del escrito habló de la relación que mantuvo con el entorno familiar de Pilepich y de la relación de confianza entre ambos. “Esa confianza se vio retribuida cuándo Maximiliano me empezó a hacer socio de los emprendimientos, ya que, como no tenía suficiente dinero disponible, me decía que mi trabajo tenía un valor mucho más alto del que él podía valorar”, aclaró. “De repartir pizzas en una moto, terminé realizando operaciones inmobiliarias por sumas que jamás creí que vería en mi vida”, agregó.

Por ese vínculo es que dijo no haberse sorprendido cuando recibió el llamado de Pilepich después de jugar al paddle con su entrenador en el club La Pala de Bella Vista. “Mientras me encontraba tomando un café recibo un llamado de Maximiliano quien me dice que se sentía mal y que por favor me acercara hasta la Farmacia ubicada en el denominado Puente Gnecco. Salgo a bordo del VolskWagen Polo de color azul, freno en la estación de servicio AXION que se encuentra ubicada en el camino del Buen Ayre a cargar combustible y a comprarme algo para tomar”, describió.

IBUPROFENO, ‘PELÍCULA’ Y 400 MIL PESOS

“El punto de encuentro era conocido porque cada tanto Maximiliano me pedía que vaya a comprarle Ibuprofeno (que ahí vendían en tamaño grande) y lo que fuera necesario”, reveló Gil ante el fiscal Marcelo Domínguez, a quien le sugiere hacer una revisión de antenas telefónicas, de las cámaras que de la estación de servicio, del club deportivo en que estaba y de los peajes que atravesó.

Cuando llegó al punto de encuentro, efectivamente allí estaba Pilepich, a quien se acercó. “Amigo, todo mal, necesito que vayas al campo, y esperá a que vuelva. El forro del ‘Tonga’ (por Gastón Carrizo, otro de los detenidos) no me da bola, pero si aparece que se quede con vos”, declaró. Y siguió: “me pide mi teléfono y lo pone en modo avión. Me dice ‘después te cuento’. No me sorprendió el pedido, ya que nada solía ser muy normal en la vida de Maximiliano. De hecho, Carrizo, que lo conoce de chico a Pilepich, le puso un apodo ‘película’ porque siempre tenía secuencias que eran de película”, expresó.

Según Matías Gil, Pilepich en los últimos meses vivía perseguido y obsesionado con que “lo escuchaban”. “Sé lo del teléfono que él tenía, y que le había provisto el consorte de causa Córdoba, ya que Maximiliano se sentía aliviado en que por lo menos a ese teléfono no lo iba a molestar su ex pareja ni poder hackearlo. Dato no menor es que él se encontraba en la camioneta junto a Nahuel Vargas, quien se encontraba desencajado, raro”, detalló sobre el encuentro.

Gil dijo haberse quedado en el campo del emprendimiento Renacer, en General Rodríguez, presunta escena del crimen, hasta pasada la medianoche, cuando le indicaron que “tenían que cargar unos repuestos y que si tenía frío me vaya a los containers”. “Esa noche no vi nada que guarde relación con lo que aquí se investiga”, se despegó.

Según su versión, al día siguiente de toda esa secuencia Pilepich le pidió que se acerque con Nahuel (Vargas) hasta zona sur, más concretamente a Lomas de Zamora, para llevar “un dinero a una persona que tiene un taller mecánico para la compra y reparación de un vehículo”. “En el viaje con Nahuel fue todo raro, ya que no hablaba mucho, estaba como pálido y con la mirada desencajada”, describió.

“Lo único que le entendí a Nahuel Vargas fue algo de la compra de un auto al Tonga (Gastón Carrizo), pero al preguntarle, me respondió en un tono prepotente como de ‘no preguntes’ y me dijo algo así como ‘me la mandé, no daba para más’. Cuando llego a la casa de quien ahora conozco como Contreras, lo veo a ‘Tonga’ y ahí le hago un comentario de ‘que rompebolas’ como cargándolo de que tenía que ir hasta ahí a llevarle dinero”, manifestó.

Ahí es cuando se enteró, siempre según sus dichos, que el dinero era en rigor para Contreras. Habló con él, le indicó que “simplemente me mandaron a traer el dinero” y su interlocutor llamó a Pilepich para conversar con él. “No sé bien los pormenores de la charla pero todo cerraba con que la operación no se iba a realizar. Vuelvo a tomar el teléfono y Maximiliano me dice ‘dejale las 400 lucas a este pelotudo y volvete en el Polo’”.

En ese momento es que se subió al auto, regresó a Hurlingham y dejó el rodado estacionado en las oficinas de la empresa de Pilepich. “Después de eso no vi más al Polo, y me manejé en el Ford Ka”. Para cerrar su testimonial enfatizó: “no maté a nadie, no vi a nadie matar a ninguna persona, no planifiqué ninguna muerte y no tenía ninguna deuda con Pérez Algaba”.

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