Romina (26) estaba mirando la tele con su pequeño hijo Salvador, de apenas once meses. Era cerca de la medianoche y pasaban los ratos previos a irse a dormir cuando de repente observó que el nene cambiaba el color de su rostro.
“Se puso rojo de un segundo al otro”, contó la joven vía telefónica a Primer Plano Online. Le tocó la frente, la notó caliente e interpretó que la criatura tenía ganas de devolver. “Se sentía mal y vomitó de golpe. El color de su piel fue cambiando a morado y no respiraba. Hasta había dejado de llorar”, agregó la mamá un poco más relajada luego del estrés que pasó anoche.
La mujer puso al bebé boca abajo, le dio golpes en la espalda pero sin saber bien qué estaba haciendo. “Vi que se desvanecía y con mi mamá y mi pareja nos subimos al auto y salimos volando al hospital”, siguió la vecina. Las 20 cuadras que separan San Alberto del Hospital del Bicentenario lo transitaron en el aire.
Llegaron tocando bocina al centro de salud y rápidamente el personal de seguridad abrió paso para que reciba pronta atención. Salvador bajó en brazos de su abuela, mientras Romina hacía el trámite en recepción. Entre una enfermera y un médico pediatra, que se acercaron corriendo, lograron sacar al chiquito del shock y se percataron de que se había ahogado con flema. La rápida reacción, asegura esa mamá, fue clave para que la historia haya tenido final feliz.
“Estuvimos un ratito y una vez que constataron que estaba todo bien nos dejaron ir a casa con recomendaciones para cumplir durante la noche, como hacer vapor. La verdad, estamos completamente agradecidos como familia por lo que hicieron”, completó Romina, que es mamá primeriza y estudiante de Tecnicatura Superior en Logística en el Instituto 179 de Moreno.
Siempre es importante resaltar cuando las cosas se hacen bien como una manera de tener también autoridad moral y periodística para cuestionar aquello que no se ejecuta como es debido.