Se llevó a cabo una nueva jornada del juicio por el crimen del colectivero de la empresa La Perlita Federico Rivero en Merlo. El debate se desarrolla en el Tribunal Oral Criminal (TOC) Nº 5 de Morón y por ahora pasó a un cuarto intermedio a la espera del resultado de una pericia que puede resultar clave para determinar el destino de uno de los acusados, algo que curiosamente no se realizó durante la instrucción de la causa.

Como informó Primer Plano Online, único medio que le brinda cobertura exclusiva a las audiencias, el hecho ocurrió la noche del 16 de junio de 2020, mientras la víctima esperaba a bordo de su camioneta que su esposa salga de comprar una gaseosa de un almacén del barrio La Blanquita, ubicado en la intersección de Sucre y Esquiú en Libertad, Merlo, y dos jóvenes lo abordaron para robarle sus pertenencias, cosa que resistió. En esas circunstancias le pegaron un balazo que fue mortal.
Ante el tribunal integrado por Marcos Lisa, la jueza Julia de la Llana y su par Gabriel Sotelo, están sentados en el banquillo de los acusados los dos hombres detenidos pocas horas después del sangriento ataque. Se trata de Sergio Armoa (37) y de Jonathan Acosta (27), ambos con antecedentes penales al momento del crimen. Sin embargo, el segundo de ellos clama por su inocencia desde mucho antes del inicio del debate.

Justamente en su figura se centró una de las declaraciones que se escuchó en la última audiencia. Fue el testimonio del encargado de la verdulería donde trabajaba Acosta, que está ubicada en Villa Sarmiento, partido de Morón. El hombre remarcó que el acusado “era cumplidor, responsable y buen compañero”, y mencionó la existencia de un cuaderno donde se registraban cuestiones del día a día del negocio, entre otras cosas, el registro de horario de salida y entrada de los empleados y la entrega de dinero al personal en concepto de adelantos.
El día del crimen, Acosta le pidió $1300 y ese importe quedó anotado en ese cuaderno. Allí anotó el monto, el nombre del acreedor del dinero y la hora en que lo solicitó, que fue exactamente a las 19. También reveló que aquella jornada cerraron el negocio entre 19.30 y las 20 y se fueron juntos pero cada uno para sus casas. “Sabía que Jony vivía en Merlo y se tomaba el tren”, recordó.
También declararon dos policías. El comisario Luna, a cargo de la investigación posterior al crimen, quien fue intimado a presentarse por el tribunal debido a que había sido citado en varias oportunidades y no asistió. Con su declaración no aportó prácticamente nada de interés para el juicio. El otro efectivo convocado sólo atinó a decir que lo recopilado fue fruto a “lo que decían los vecinos”. Sí participó del operativo para detener a Armoa y las pruebas que reunió en ese lugar que vinculan al imputado con el asesinato.
Pero lo más saliente del debate ahora quedó supeditado a un planteo realizado por el abogado Juan Carlos Gómez, que defiende a Acosta. Lo que se aguarda es el resultado de una pericia de voz sobre un mensaje que el joven asegura haberle mandado a su hermana cerca de las 20, cuando la antena de su celular estaba todavía impactando en Villa Sarmiento. Si el crimen de Rivero fue a las 20.06 es imposible que haya estado en el lugar.
Esa prueba no se realizó durante la instrucción del caso, que estuvo a cargo del fiscal Fernando Capello, pese a los reiterados pedidos hechos por el propio Acosta. Su defensor se presentó en queja ante el tribunal y consiguió que en La Plata realicen la pericia para cotejar si la voz que aparece en el mensaje es la de su defendido. Este miércoles se reanuda el juicio: para la defensa esa prueba es vital, porque considera que terminará de cotejar que Acosta no tiene que ver con el crimen.
Según lo que se viene ventilando en el juicio, parece no haber dudas que Armoa fue el que disparó contra Rivero y le quitó la vida, pero sí hay pocas certezas en torno a la presencia de Acosta al momento del crimen en ese lugar. Eso es lo que resta por determinar con las próximas audiencias de un juicio que arrancó muy complicado, con la amenaza de muerte del mencionado Armoa a la viuda del chofer.