El crimen de Mónica Olañeta, la vecina que apareció sin vida en su casa de Lisandro de la Torre al 2700, entre Roca y San Fernando, de Ituzaingó, va camino a quedar impune. El Tribunal Oral Nº 5 de Morón absolvió hoy al único acusado por el hecho, Víctor Ezequiel Palmero, y ordenó su inmediata libertad. El fallo, firmado por los jueces Julia De la Llana, Gabriel Sotelo y Marcos Lisa, al que tuvo acceso Primer Plano Online -medio que cubrió en exclusiva el juicio- se conoció ayer en medio de la actividad judicial casi nula por la pandemia de coronavirus.
Como informó este medio, Palmero llegó detenido al juicio, y estuvo en esa condición desde el 3 de marzo de 2018, día en que sucedió el sangriento episodio. Aquella jornada de sábado, entre la 1 y las 6 de la mañana, al menos un sujeto ingresó a la vivienda, la golpeó con un elemento contundente, en especial en su rostro y cabeza, provocándole un paro cardiorrespiratorio traumático ocasionado por edema pulmonar y edema encefálico, con signos de violencia cervical potencialmente compatibles con maniobras compresivas a nivel del cuello.
Víctor Ezequiel Palmero llegó preso al juicio por el crimen de Mónica Olañeta: la justicia ordenó su inmediata liberación
Un llamado al número de emergencias 911 alertó sobre el cuadro. El dato que pudo corroborar Primer Plano Online, y que se develó en el debate, es que quien llamó a la Policía fue el propio acusado. En su declaración ante el tribunal, Palmero narró que llegó a ese domicilio, en el que vivía con su novia Giuliana (hija de Olañeta) y se encontró con la puerta medio abierta. Entró, estaba todo desordenado y halló a su suegra muerta. “Quise asistirla, pero no se movía. Entonces pedí ayuda a los vecinos, llamé a la Policía, no había nadie en la calle, tampoco nadie salió, y esperé que llegara la Policía”, declaró. Además, agregó que la víctima “siempre fue amenazada de muerte por el marido, quien también le pegaba”. En realidad hacía referencia a la expareja de Mónica, Néstor Arnouil, quien también vivía en esa finca.
Su defensa se basó en el hecho de que se tiró sobre ella para ayudarla, y que el escenario que halló era con todo revuelto y sangre en cantidades. Refirió también que, con la llegada de la médica y otro hombre al domicilio, los oficiales lo hicieron desvestir, lo dejaron totalmente desnudo, después lo revisaron, le tomaron muestra de la sangre y de las uñas y lo acusaban de estar “todo rasguñado”, a lo que él se defendió explicando que había estado trabajando, más concretamente “poniendo un techo flotante”, y que los raspones eran producto de su trabajo. Las manchas de sangre que tenía en sus manos eran por el intento de socorrerla.
Además, a diferencia de lo que se dejó trascender inicialmente, las pericias confirmaron que, si bien tenía heridas en su cuerpo compatibles con un supuesto acto de defensa de una víctima, como rasguños o arañazos, en el cuerpo de Olañeta no se hallaron restos de ADN de Palmero. “No se levantó ningún perfil genético en la escena del crimen”, confirmaron a Primer Plano Online fuentes judiciales.
Basando su fallo en ese fundamento, el tribunal determinó que “el estudio de toda la carga probatoria en su conjunto no me permite llegar al estado de certeza que esta etapa requiere, ya que las mismas no arrojaron resultados determinantes para debilitar el descargo realizado por el imputado”. Por eso, para los jueces “algunos elementos del juicio no permiten descartar” que sea Palmero el asesino, aunque eso es “una simple probabilidad” que no despeja “el estado de incertidumbre”. Dicho de otra manera, el beneficio de la duda.
LA PALABRA DE LA HIJA DE OLAÑETA
Luego de conocido el veredicto, Primer Plano Online conversó con Giuliana Micaela Arnouil, la hija de la mujer asesinada. Frustrada por el resultado del juicio, señaló que su único objetivo “es que se haga justicia”. Y afirmó: “esto no puede quedar en la nada. Yo por más que está fuerte, por dentro estoy destruida. No puedo creer lo que está pasando”.
Giuliana tuvo un testimonio en el debate que pareció podía ser clave. Fue cuando reveló que, dos días después del homicidio, revisó la casa y encontró en el lavarropas una bermuda con manchas de sangre, la puso en la bolsa y la llevó a la comisaria. Era una bermuda de Ezequiel Palmero, su pareja de entonces, con quien rompió la relación tras el hecho. La prenda estaba seca para lavar, pero no había dio lavada.
“Lo que pasó es algo muy fuerte porque me arrebataron a mi mama y es un dolor muy grande. Todo puede ser: que haya habido una mala investigación, aunque de eso mucho no entiendo”, refirió, a lo que también se preguntó: ¿cómo pudo haber sido que, a las horas de la muerte de mi mamá, ya habían dejado entrar a limpiar y que tiren todas las cosas que había con sangre?”

Consultada sobre si ella creía en la culpabilidad de Palmero, la hija de Olañeta consignó que “al principio dudé que haya sido porque se llevaban bien ellos dos, pero después me convencí por el hecho de que estaba preso hacía tanto tiempo, pero ahora con el juicio salió que no había sangre, ni huellas ni ADN así que otra vez se me genera la duda sobre quién fue que mató a mi mamá”.
A partir de conocido el fallo, y una vez conocidos los fundamentos, el fiscal Hernán Moyano tendrá la opción de recurrirlo ante el Tribunal de Casación Penal, aunque para eso hay plazos procesales por delante.