Un joven de 18 años fue protagonista de un verdadero milagro en Moreno. Pese a que lo puede contar, Gonzalo Martínez igual tiene secuelas en su cuerpo: quemaduras de tercer grado en el cuello, en parte de la espalda y golpes en distintas partes del cuerpo. El muchacho algún día hablará con sus nietos y les narrará la historia de cómo sobrevivió a la descarga que un cable de baja tensión le causó mientras circulaba en moto. La anécdota, por cierto, también revela el peligro latente, visible y silencioso al que cualquier persona está expuesta en las calles.
En diálogo telefónico con Primer Plano Online, el joven detalló cómo fue la secuencia que puso en serio riesgo su vida, pero de la que prácticamente no se dio cuenta por lo rápido que pasó todo. “Estaba para en el semáforo de Néstor Kirchner y avenida del Libertador, en el cruce Castelar. Cuando se pone en verde acelero y siento que algo se me enreda en el cuello. En el momento no entendía nada, pero al sentirme asfixiado lo primero que hice fue agarrarme la zona”, comenzó.
En ese instante cayó de la moto y sintió lo que define como una “explosión”. Recuerda, asimismo, que el casco se voló hacia la mano contraria y hasta una zapatilla suya fue despedida por varios metros. “Un señor que vio todo se me acercó y me dijo que no toque el cable porque tenía corriente. Ahí es cuando me percato que había un cable tirado en el piso y el hombre me dice ‘mirá cómo te quedó el cuello’. La quemadura de la explosión me quemó toda la gorra, que tenía debajo del casco”, indicó.
Gonzalo se paró y siguió rumbo hacia la casa de su novia. Estaba en shock, y apenas si alcanzó a juntar sus cosas, que quedaron desparramadas. Llegó a lo de la chica y cuando ella y su padre lo vieron se asustaron y lo llevaron de inmediato al hospital del Bicentenario, en Ituzaingó. Entró por la guardia y allí le confirmaron quemaduras de tercer y cuarto grado en cuello y parte superior de la espalda. La ropa del chico estaba también quemada por tramos. En el nosocomio le hicieron un electro, análisis de sangre y limpiaron la zona. Además, le recomendaron que se realice una placa radiográfica para evaluar la fuerte contractura que le quedó.

El muchacho se acercó al lugar un día después del hecho a ver si alguien le aportaba cámaras de seguridad, pero no logró conseguir nada. Por eso espera por hablar con un abogado a ver cómo seguir y quién se hace cargo de lo que le pasó. Según le explicaron, el cable pertenece a la empresa Edenor, algo que no es difícil de constatar porque tiene tensión y cruza la avenida por la que circulaba. Él está convencido que justo cayó cuando él pasaba, con lo cual le podría haber tocado a cualquiera.
Por ahora Gonzalo, que terminó la secundaria en 2020 y espera por ingresar a la Prefectura el año próximo, está con gasas furacinadas, una crema cicatrizante y se lava las heridas con jabón blanco. “Me arde como loco”, aclara, pero lo hace para evitar que se le cause alguna infección en la zona, lo que podría complejizar el cuadro. Por el momento, nadie del Municipio o de la empresa prestataria del servicio eléctrico en la zona se comunicó con él.