La vicegobernadora bonaerense Verónica Magario analizó los primeros meses de Gobierno de Javier Milei y su inevitable comparación con la década del 90, cuando el país estuvo en manos de Carlos Saúl Menem, a quien el actual Presidente considera como el mejor desde el retorno de la democracia a la Argentina.
En una charla de la que participó Primer Plano Online, Magario recordó su trabajo militante junto a Alberto Balestrini, intendente de La Matanza y luego también vicegobernador de la provincia durante el primer mandato de Daniel Scioli entre 2007 y 2011 (hasta que sufrió un accidente cerebro vascular que lo dejó postrado) y las discusiones en aquellos años, muy similares al presente.
“En los 90’ me pasó de todo. Me casé, tuve mis hijos y me separé. Empecé a militar con (Alberto) Balestrini: era una de sus secretarias y siempre trabajando en lo social. Y yo también me comí la curva de Menem, la cuestión de la revolución productiva, y compramos las privatizaciones porque creímos que ningún servicio andaba”, expresó la titular del Senado provincial.

“En aquella época sólo había teléfono de línea. 1950 dólares costaba tener un teléfono en casa y la familia que lo tenía era privilegiada. Esas privatizaciones no solamente se llevaron las empresas telefónicas, sino también el agua, las cloacas, la luz, el gas, los trenes, YPF, las jubilaciones. Recuerdo que recibíamos unos resúmenes maravillosos cada seis meses y seguíamos teniendo la misma plata, porque lucraban con nuestros aportes”, agregó en su análisis.
La crítica de Magario es por lo que resultó de aquel proceso político y las consecuencias de un momento que, si bien en los modales era diferente, en los discursivo terminó siendo muy parecido al actual. Porque, en rigor, lo que se conquistó entonces fue el significante del debate público, y consiguió instalarse la noción de que todo lo provisto por el Estado merecía desaparecer.
“Compramos las privatizaciones, creíamos que era lo mejor. Compramos el 1 a 1, porque veníamos de la hiperinflación de Alfonsín, que había sido muy traumática. Todos los días sacábamos un par de dólares para cambiarlos y poder pagar los alimentos o el transporte. El peso se devaluaba minuto a minuto”, recordó Magario.
Y siguió: “aparecieron los créditos hipotecarios privados, que te hipotecaban la casa si no pagabas y te la vendían. Y recuerdo que Alberto (Balestrini) me decía: ‘ojo Vero, porque cada uno de esos dólares significa menos trabajo argentino, más importaciones y la miseria de nuestra gente’. Y así fue: la historia lo terminó demostrando cuando estalló todo en 2001, con niveles de desocupación y pobreza nunca vistos”.

En plena batalla legal por los fondos que el Gobierno nacional le retiró a la provincia de Buenos Aires, recursos calculados por el gobernador Axel Kicillof como una masa de 5,8 billones de pesos, Magario también se acordó de lo que fue el germen del movimiento piquetero, allá por finales del 2000, cuando desde los pueblos del conurbano la gente empezó a cortar rutas para reclamar soluciones por la falta de empleo.
“Yo fui secretaria de Acción Social en La Matanza desde 1999 hasta 2005. Fue cuando los piquetes empezaron y cuando (el presidente de entonces) Fernando De la Rúa mandó los tanques para desalojarlos. Y Balestrini le mandó a decir al Presidente, a través del gobernador de entonces, Felipe Solá, que él se iba a poner al frente de esos piquetes y que al primero que le tenían que tirar era a él. Esas luchas fueron las que me formaron, de la mano de mujeres que armaron los clubes de trueque para que sus hijos no se quedaran sin comer”, concluyó.