Sabrina Vallejos tiene 31 años y es vecina de Moreno. Cuando tenía 18 fue operada en el hospital Posadas de una escoliosis congénita. Se hizo atender en toda su infancia en el Garrahan y la derivaron al “hospital más cercano a su domicilio” cuando cumplió los 18. Primero fueron al Instituto Güemes, de Haedo, pero como no había especialista en columna terminaron en el otro nosocomio de Morón.
Allí, luego de las evaluaciones de rigor, la operaron en abril de 2010. Le colocaron barras de titanio, tornillos, clavos y sustitutos óseos. Hasta 2018 tuvo una vida completamente normal, en los que incluso llegó a iniciar sus estudios universitarios y trabajaba como cualquier joven. Pero un quiebre que fue cuando comenzó a sentir dolor y, luego de varias opiniones médicas, llegó la sentencia: la prótesis que le habían colocado se estaba desplazando en su organismo.
“Primero fuimos a su médico en el Posadas y le dijeron que estaba todo bien. Después, como el dolor seguía, hicimos una interconsulta por la obra social de mi mamá en el Sanatorio del Oeste. Y ahí le dijeron que tenía que volver a ser operada. Y volvimos al Posadas, donde su traumatólogo coincidió y le recomendó la cirugía luego de varias consultas”, contó a Primer Plano Online Agustina, hermana de la paciente.

Para entonces ya era fines de 2019. Desde esa fecha Sabrina espera. “Primero nos dijeron que podía tardar de tres a seis meses. Pero justo llegó la pandemia y en el Posadas no atendieron consultas. Pasó un año y medio y la patología se hizo más que evidente. Su salud se deterioró, los dolores fueron más intensos y a nivel psicológico la situación la deprimió. Dejó todo, estudio, trabajo y sólo se quedó con su pensión”, agregó la hermana.
La familia de Sabrina continúa aún hoy realizando insistentes pedidos a las autoridades. En 2021, con la vuelta a las consultas presenciales, en el Posadas empezaron a pedir nuevamente las prótesis. Pero por cuestiones burocráticas se vencieron los pedidos sistemáticamente en Región Sanitaria VII, correspondiente a los Municipios de zona oeste, y en el Ministerio de Salud provincial. El vencimiento tuvo su resultado: los insumos jamás llegaron.
En febrero de este año se abrió un nuevo expediente y todos los meses se reanuda el pedido, pero todavía no llega la prótesis para la cirugía. Está claro que nadie le brinda la respuesta que necesita Sabrina: los plazos caducan y se renuevan automáticamente, pero el trámite vuelve a arrancar de cero. El reclamo es al Ministerio de Salud bonaerense y, desde hace un par de meses, por intervención médica fue directamente realizado a la cartera sanitaria nacional.
Sabrina no cuenta con obra social y atraviesa una situación de salud desesperante. Más allá de la cuestión clínica, la burocracia estatal le da la espalda. Y hasta en el Municipio de Moreno les cerraron la puerta cuando fueron a hacer escuchar su queja: “hay gente que está de antes que ustedes esperando prótesis”, les respondieron a sus familiares.

Paradojas del destino: la joven protagonista de esta lamentable historia de desidia estudiaba segundo año de Trabajo Social en la sede de la Universidad de Luján que está en San Miguel, carrera que tuvo que dejar por los dolores y la imposibilidad de trasladarse. Aclaración: esa licenciatura es para brindar un servicio de asistencia a la población más vulnerable, justo lo que ella no está recibiendo. Tuvo que renunciar a su empleo y también dejó la casa que alquilaba por no poder pagar la mensualidad. Volvió a vivir con su madre y todo es muy cuesta arriba.
“El objetivo principal es que llegue de una vez la prótesis y la puedan operar. Después sabemos que tendrá un posoperatorio muy largo, porque es una cirugía de columna torácica y lumbar. Tendrá que aprender a caminar de vuelta, a mantener el equilibrio. Hoy camina muy lento y cuando los dolores son intensos directamente no se levanta de la cama. Sus piernas están con inconvenientes para flexionarlas y vive con calmantes”, cerró Agustina.