La justicia liberó a Matías Bigolín, el sujeto acusado del crimen en la vía pública en Ituzaingó tras perseguir a un presunto ladrón. Para la investigación está confirmado que no fue él quien disparó sino su hermano Lucas, quien así lo confesó ante la fiscal María Laura Cristini durante su declaración testimonial.
Como se recordará, el hecho sucedió el pasado 28 de agosto cerca de las 18, cuando Matías Bigolín llegaba a su casa y observó en el patio delantero de su casa de Peredo al 1500 a un sujeto presuntamente con fines de robo. En ese momento el intruso corrió para alejarse del lugar y fue seguido por el propietario de la finca, que estaba con sus hijos en el rodado VW Passat color negro.
En ese momento su hermano Lucas Nazareno se sumó a la persecución de varias cuadras y, al llegar a la esquina de San Fernando y 26 de Abril, bajó de su moto, que dejó tirada en el asfalto, para correr al sospechoso: en medio de la corrida le disparó un balazo que impactó en la región occipital de la víctima y salió por la región frontal de su cabeza, tal cual determinó la autopsia.
Córdoba murió a las pocas horas en el hospital Posadas, a donde fue derivado de urgencia, y los hermanos Bigolín se mantuvieron prófugos hasta que el abogado Rodrigo Tripolone pactó la entrega de ambos. En un primer momento el único en declarar fue Matías, quien se manifestó inocente; su hermano, en tanto, rechazó dar su versión de los hechos. Ahora, a partir de su testimonio, la justicia encuadró el caso de otro modo.
“Vi al muchacho en actitud sospechosa, como queriendo entrar a la casa de mi papá. No era del barrio él, por lo que me quedé mirándolo y en ese momento pasó mi hermano con la familia. Escuché gritos y el auto de mi hermano abierto: mi cuñada gritó que le estaba robando y que estaba armado. Salí corriendo, agarré la moto y salí a perseguirlo”, fueron los dichos de Lucas según pudo saber Primer Plano Online.
Después, lo ya conocido: lo alcanzó, lo intentó reducir y se le escapó dos veces. “Le iba diciendo que se quede quieto, levanté el brazo y le disparé”. Cuando en la Fiscalía le preguntaron por qué disparó su respuesta intentó justificar su accionar: “pensé que le estaban robando a mi hermano”. En ese instante rompió en llanto y confesó también que el arma homicida la tenía guardada, que era de su propiedad y que después del crimen la tiró.
“Yo disparé al aire para asustarlo, para que se quedara quieto. Creí que se había caído porque se asustó. Sólo quise frenarlo y entregarlo a la Policía”, reveló ante la fiscal Cristini. “Nunca tuve la intención de matar a nadie. Estoy arrepentido: no soy para estar adentro de un calabozo. Me mandaron al matadero”, concluyó.
Después de esos dichos, que corroboran lo publicado por Primer Plano Online y las imágenes en las que se ve a Lucas con el arma en mano y no a Matías, la fiscal decidió no pedir la prisión preventiva del segundo y sí del primero en orden al delito de homicidio simple agravado por el uso de arma de fuego, en concurso real con portación ilegal de arma de guerra.