Federico Damián Gonzalo Aguirre Lázzaro tenía 34 años y un hijo de 5. “Era la luz de sus ojos”, cuenta su mamá Susana, en una noche en la que le cuesta cerrar las frases atravesada por las emociones encontradas que la embargan por estas horas.
“Se amaban con Clarissa, su pareja y compañera de vida, que también lo esperaba en su casa aquel día”, rememora la mujer. Aquel día es, en rigor, el que la marcó para siempre: 17 de febrero de 2019, cuando recibió la comunicación telefónica a la que todo padre y madre le tienen terror.
Volviendo de su trabajo, como operador de cámaras en el Centro de Monitoreo de Tigre, al mando de su moto y circulando a baja velocidad, como indica la legislación vigente, Federico fue embestido por el asesino al volante que ayer viernes terminó condenado por la justicia.
Eran las 22.30 y cruzando la esquina de Ingeniero White y Castiglioni, en la conocida como Plaza del Niño Dios en Rincón de Milberg, en Tigre, un lugar en el que suele reunirse gran cantidad de personas, más aún en verano, fue arrollado por el vehículo conducido por Alexis Sebastián Quiroga. Las pericias presentadas en el juicio y a lo largo de la investigación fluctuaron entre los 70 y los 94 kilómetros por hora: como sea iba a mayor velocidad de la permitida.
Lo más delicado: el auto que manejaba estaba sin luces encendidas y el análisis de alcoholemia que le realizaron dos horas después del siniestro determinó que tenía 0,89 gramos de alcohol en sangre. Como Quiroga contaba con carnet profesional, la tolerancia era cero, y en aquel entonces todavía se permitía un 0,5 para estar al mando de un rodado para cualquier otra persona, o sea que también estaba excedido.
EL JUICIO Y LAS ESPOSAS
La lucha de Susana por justicia tardó cinco años. El juicio se realizó diez días antes del quinto aniversario del hecho en el Tribunal Oral Criminal Nº 6 de San Isidro y ayer viernes se leyó el veredicto: fueron cinco años de prisión de cumplimiento efectivo por el delito de homicidio culposo agravado por conducción negligente (artículo 84 bis del Código Penal) y diez años de inhabilitación para conducir. En el mismo momento en que se leyó la sentencia los jueces ordenaron su detención inmediata.
“Ví cuando lo esposaban y no lo podía creer. No supe qué hacer”, reveló Susana ante la consulta de Primer Plano Online. Su peregrinar por los tribunales desde que enterró a Federico llegó a buen puerto, pero a medias: ella se había entusiasmado con el enfoque que llevó la anterior Fiscalía al debate, que era homicidio simple con dolo eventual, en donde la condena era indefectiblemente mayor.
“La verdad es que no lo puedo creer. Me desespero: quisiera volver el tiempo atrás y cambiar mi vida por la de mi hijo. Quiroga ese día se convirtió en asesino múltiple, porque mató a toda la familia. Mi hijo terminó destrozado por ese animal”, se sinceró Susana, que estuvo en el juicio acompañada por sus dos hijas, hermanas de Federico, sus nietas y otros familiares de víctimas.
El artículo 84 bis establece que será reprimido con prisión de dos (2) a cinco (5) años e inhabilitación especial, en su caso, por cinco (5) a diez (10) años el que por la conducción imprudente, negligente o antirreglamentaria de un vehículo con motor causare a otro la muerte. A Quiroga le dieron la máxima en ambos casos, aunque la familia de la víctima hubiera preferido que prevalezca la figura del homicidio simple con dolo eventual.