La ambiciosa política pública que se propone convertir planes sociales en empleo genuino choca con una durísima realidad: hay gente que prefiere aferrarse al ingreso que le garantiza el Estado antes que trabajar por su cuenta.
Un ejemplo de esa colisión fue revelado por Domingo Bruno, referente de la Unión de Trabajadores del Turismo, Hoteleros y Gastronómicos de la República Argentina (UTHGRA) de zona oeste.
En una charla mano a mano con Adrián Noriega en la emisión semanal del programa periodístico Primer Plano por el canal Somos, de Flow, habló de cómo el fenómeno atraviesa a la actividad que representa. Y lo hizo con números contundentes, que dan cuenta de la necesidad de promover un cambio cultural urgente.
“El amigo ‘Juanchi’ Zabaleta (exministro de Desarrollo Social de Nación) nos puso a disposición 40 beneficiarios de planes para que busquen trabajo. Cuatro mil quedaron seleccionados, que eran realmente idóneos en la materia. ¿Sabe cuántos se presentaron a trabajar? Cuarenta. Es realmente lamentable”, reflexionó Bruno.
Expresado en otras palabras: apenas el 1% de las personas que fueron elegidas para acceder a un trabajo en blanco en el sector gastronómico, donde el salario básico ronda los 130 mil pesos y encima el gobierno, con su programa de conversión, garantiza que durante un año quien cobra un plan social y se suma al empleo registrado no pierde el beneficio estatal.
Dicho por un dirigente sindical la frase suena durísima: “hay gente que prefiere no trabajar y cobrar planes”. Más de alguien que proviene el peronismo histórico y que ocupó cargos en la central obrera a nivel nacional y regional. “Hoy tenemos una salida laboral maravillosa y no tenemos con qué cubrirla”, agregó.
Real es que hay una alta informalidad en el sector gastronómico. Datos que maneja la UTHGRA indican que el 80% de las y los trabajadores cobran su salario en negro, es decir, sin los aportes correspondientes. Eso también es por responsabilidad empresaria, que muchas veces se traduce en una suerte de complicidad con el o la trabajadora de turno, a quien la famosa propina le hace un diferencial importante a fin de mes.