Daniel es un comerciante de San Miguel, propietario de una peluquería, que decidió agasajar a su esposa e ir a almorzar con su familia en un local gastronómico del complejo Thays, de Parque Leloir, que incluye un amplio polo de variedad en el rubro.
“Fuimos sin tener en claro a qué local íbamos a entrar, porque hay muchas posibilidades. Estacionamos, bajamos y había mucha gente, por lo que nos dirigimos al restorán que estaba con menos comensales, casi vacío. Nos acercamos a la recepción para pedir una mesa y una de las chicas le dijo a mi hija que no podíamos entrar por la vestimenta”, contó el hombre a Primer Plano Online.
Válida es una aclaración: este hecho sucedió el tercer domingo de octubre pasado, en ocasión de celebrarse el Día de la Madre. Por eso es que decidieron ir a un lugar a almorzar junto a sus hijas. En las últimas horas el tema se volvió a viralizar y la repercusión fue por otro lado. En rigor, la polémica: ¿fue un acto de discriminación o un derecho del comercio a instrumentar su derecho de admisión?
“A mi hija le explicaron que era por mi calzado, las crocs, que es el calzado que uso a diario hasta para trabajar. En ese momento me lo tomé tranquilo y nos fuimos, pero le pedí a mi hija que comparta el video para que la gente conozca que esto pasaba. Yo tenía para pagar el servicio que iba a consumir, no es que pedía que me den algo gratis”, se sinceró Daniel.
El comerciante al que no dejaron entrar al Thays de Parque Leloir por estar con crocs: “me sentí discriminado”
“En lo personal me sentí discriminado. No me gusta hacer denuncias ni escrachar a nadie. Es más: el video inicialmente se viralizó pero en las redes fue tomado más que nada para una suerte de burla. Ahora volvió a salir a la luz con otro enfoque y un debate mucho más amplio”, describió.
Desde el complejo Thays se contactaron con su hija y le explicaron que lo que había ocurrido era acotado a un derecho de admisión que cualquier lugar posee y que iban a evaluar a futuro ver si podían rever alguno de los puntos. Pocos días después Agustina, su hija, tomó una imagen del ‘código de vestimenta’ con lo que se permite y lo que no para permanecer en el emprendimiento.
Entre las cosas prohibidas están gorras, campera, camiseta y pantalón deportivo, buzo con capucha, remera sin mangas, zapatillas deportivas, pantalones cortos deportivos y jeans rotos. Técnicamente no aparecen las ojotas, aunque fue ese el motivo que le comunicaron de su imposibilidad de acceder.
A modo de conclusión, Daniel pidió que el complejo revise su política de admisión y permanencia para que otras personas no pasen un momento desagradable. “Yo creo que si alguien concurre y puede pagar el servicio que ofrecen no hay motivo para no dejarlo entrar. Era el Día de la Madre y no queríamos generar problemas, pero la verdad es que sentí la discriminación y es una manera de violentar”, cerró.