Es válido contar que la entrevista con él costó conseguirla por algunos días. “La verdad es que me jubilé y me vine a vivir al campo, lejos de todo, principalmente del ruido”, aclara César Javier ‘Pajarito’ Nicholson, quien a los 55 completó su última vuelta con el cierre de 2022 y arrancó una nueva vida.
Oriundo de Morón e hincha fanático del ‘Gallo’, al colectivero de la empresa 216 que manejó durante casi tres décadas el interno 349 de la línea 269 recorriendo las calles del oeste del conurbano le llegó la hora de empezar a disfrutar y su mudó a General Alvear, a 300 kilómetros de su lugar de siempre. “Por ahora no tengo pensado hacer otra cosa más que descansar y acá sólo escucho el sonido de las aves”, le contó a Primer Plano Online.
El sábado pasado, con la última hoja del almanaque del año que se fue, le tocó vivir una serie de sensaciones ambiguas. Por un lado, las ganas de terminar con esa obligación laboral diaria y dar paso a otra etapa. Por el otro, el temor a extrañar ese oficio que ya es parte de su ser. “La familia acompañó el proceso. Me separé hace dos años y mis hijos y mi nueva compañera estuvieron ahí, al lado”, reveló en otro tramo de la entrevista.
Fran, el más chico de la familia, Meli y Kevin se subieron al bondi el sábado y convidaron sándwiches de miga al pasaje como una manera de agradecer por el respeto de siempre al trabajo de su papá. Romi y Nacho, los dos restantes, no pudieron ir por diversas obligaciones. Uno de ellos es también chofer de la 269 para seguir el legado del padre.
Y, como es lógico, tiene cientos de anécdotas, pero una en particular se destaca por sobre el resto. “Una vuelta me subió una señora embarazada a punto de dar a luz, muy dolorida. Era en el barrio Mariló de Moreno y bajé a todos los pasajeros en el Cruce Castelar para llevarla hasta el hospital Larcade, de San Miguel, donde se atendía. Y allá fuimos: llegamos, nació el bebé y me dijeron si quería ser el padrino como gesto de gratitud”, subrayó.
Obvio que aceptó. Adrián, su ahijado, hoy ya tiene 23 años y también fue parte, con su papá y su mamá, del tributo que le organizaron a Nicholson sus compañeros y el cuerpo de delegados de la empresa. “Se pasaron. Hicieron una choriceada e invitaron a toda mi familia, a una banda de amigos y hasta llevamos gente en la última vuelta sin cobrarle el pasaje a la gente”, completó.
La paz y la tranquilidad que hoy lo rodean, la sorpresa por ver bicicletas en las veredas y sin cadenas, los autos sin llaves y el silencio, principalmente eso, le dan forma a los días por venir. Lejos de las locuras del conurbano y de 30 años al frente de un colectivo, ‘Pajarito’ busca hacerle honor a su apodo, ser libre y volar sin más.