Mirta Bernardotti es furor en redes sociales con su personaje de ‘abuela hippie’, esa que de chica quiso ser pero sus padres no le permitieron. Ahora, con 79 años, se animó a entrar en el mundo cibernético y juega fuerte: suma medio millón de seguidores en sus cuentas de Tik Tok, Instagram y YouTube, en donde publica a diario divertidos videos con diversas temáticas.
La también conocida como ‘abuela tiktoker’, esta vecina de Libertad, en Merlo, mantuvo una cálida y distendida entrevista con Adrián Noriega en la emisión semanal del programa periodístico Primer Plano por el canal Somos, de Flow, en donde contó sus secretos para llegar al público y una de sus herramientas clave: contar con un nieto que la asiste en todo.
“Hay palabras que mi nieto me dice que las diga, y cuando me las explica las uso”, contó Bernardotti. Tiene momentos y mensajes para todos y todas: a jóvenes les dice “que estudien y se porten bien”, aunque siempre sus videos están acompañados por “mucho humor”.
Y para las personas adultas mayores, que también la siguen pese a no tener tanta familiaridad con la tecnología, también tiene consejos. “Les digo que se animen, que agarren el teléfono y toquen todo porque no se rompe”, subraya de la simpleza que le da la experiencia. “A lo sumo se hace algún lío y pedís ayuda a un nieto o hijo que te lo acomoda de nuevo, ja”, expresó.
La abuela no le escapa a la polémica, pese a que se autocensura y no hace referencias en sus videos ni a política, ni al fútbol ni a la religión. Y reconoce que cuando se cruza con alguien que dice algo que le cae mal “lo mando a pasear”. “Lo que más me gusta es mandar al carajo, que en realidad es una parte del barco, no una puteada”, sintetiza sobre el énfasis que le pone a sus videos.
De fondo, la entrevista dejó como mensaje la noción de que se puede vivir en plenitud a cualquier edad y hacer lo que se tiene ganas con sólo tener la decisión. Y que la mente abierta es siempre una salida para poder comprender el universo: de hecho, Mirta estaba negada con los traperos y, además de terminar aceptándolos, ahora reconoce que le gustan. “Son como los payadores de antes”, concluyó.