El Tribunal en lo Criminal Nº 1 del Departamento Judicial La Matanza, integrado por los jueces Matías Jorge Rouco, Nicolás Grappasonno y la jueza Andrea Giselle Schiebeler, condenó a prisión perpetua a Richard Fernando Huanca Mamani, el femicida que mató a su pareja Suzana Quenta Mamani tras ahorcarla con una corbata roja.
El hecho de descubrió el 5 de mayo de 2024 en el domicilio de la calle Caaguazú al 2600 de Villa Celina, donde el ahora condenado alquilaba una habitación y la única persona -además de él- que tenía llaves para ingresar era la víctima.
Aquella jornada, nunca se aclaró en qué circunstancias pero sí que fue mediando violencia de género, Huanca Mamani le causó la muerte a la mujer “en el marco de un salvaje ataque”, describieron los magistrados. “Valiéndose de una corbata roja que fue hallada en la habitación, le provocó una ahorcadura mecánica que llevó a la víctima a su indefectiblemente muerte”, agregaron en el fallo.
El brutal femicidio se descubrió luego de que la familia no supiera nada de la joven desde que se retiró de su casa la noche del viernes 3 de mayo con un muchacho llamado Fernando al que presentó como “su novio”. Así lo narró en el juicio el hermano de la víctima. “Al día siguiente fuimos con mi esposa a su departamento y tampoco estaba, ella logró contactarse con él vía telefónica y le respondió que no estaba con Suzana”, contó el familiar.
El tétrico hallazgo de la familia de Suzana
Al rato volvió a llamarlo y había apagado el celular, por lo cual la desesperación creció. Averiguaron la dirección en que vivía y fueron hasta el lugar. La dueña de la pensión reconoció a la víctima por fotos como alguien que iba habitualmente y, con el permiso de la propietaria, rompieron la puerta e ingresaron a la habitación. Ahí se encontraron con el tétrico panorama.
La mujer yacía en el suelo ensangrentada, con su cabeza con sangre y “muy hinchada”. En medio del shock, un olor nauseabundo de varias horas, la habitación desordenada y ropa femenina y masculina mezclada con botellas de cerveza. Supieron también que el imputado trabajaba en el rubro textil y que le había pedido plata a su empleador para viajar a su Bolivia natal por la muerte de su abuela.
Qué pasó en esa pieza sólo el femicida y la víctima lo saben. Pero hubo un elemento hallado que fue determinante: una corbata roja al lado del cuerpo, idéntica a las que el asesino usaba cada vez que iba a un evento social, con el que incluso posaba en sus redes sociales. A Richard lo encontraron al día siguiente en un bar de Villa Celina, llamaron a la Policía y, cuando el móvil lo detuvo, alcanzó a confesar: “se me pasó la mano”.
Huanca Mamani intentó dar una versión de los hechos que lo exculpara, pero fue tan inverosímil que los jueces la desacreditaron en el acto. Es más: causó escozor en la sala de audiencias cuando la expresó: “seguramente Suzana fue a esa habitación con otro hombre, quien la mató”. Todas las evidencias recopiladas confirmaron la relación de pareja entre ambos y que fue él el asesino.
El femicida fue condenado a prisión perpetua por el delito de homicidio doblemente calificado por haber sido cometido contra quien se ha mantenido una relación de pareja y por haber sido perpetrado por un hombre contra una mujer mediando violencia de género.
“Se hizo justicia”, reflexionaron los abogados Hugo López Carribero y Lisandro Damonte, que representaron a la familia de Suzana en el juicio. Además, valoraron que el fallo le haya negado cualquier tipo de beneficios a Huanca Mamani, como el de salidas anticipadas: deberá cumplir la totalidad de la pena.
