En medio de un juicio dramático por lo que se expuso allí, el Tribunal Oral Criminal Nº 1 de Morón dispuso la detención inmediata de un expolicía de la Ciudad que llegó al debate en libertad acusado de reiterados abusos sexuales contra la hija de su expareja.
Fernando Adrián Maurette (33) enfrenta cargos por haber sometido a la víctima, con la que convivía, desde que la entonces nena estaba en cuarto grado. Según lo declarado por la joven cuando su propia madre presentó la denuncia, luego ratificado en Cámara Gesell y después ante la jueza Mariana Maldonado y los jueces Claudio Chaminade y Juan Carlos Uboldi, el sujeto la manoseó en sus partes íntimas, le practicó sexo oral, la obligó a que ella se lo practique también en reiteradas ocasiones y la accedió carnalmente.
Incluso los hechos se incrementaron cuando la madre de la chica estuvo internada durante un mes y medio por una grave afección pulmonar, y la menor quedó a cargo del imputado en la vivienda familiar de la calle Toscanini en Merlo.
La denuncia del caso fue realizada por la madre de la víctima el 2 de febrero de 2018 en la Comisaría de la Mujer de Merlo, y desde entonces comenzó la investigación. Ella se enteró de lo ocurrido horas antes, luego de observar una conducta que le llamó la atención de su hija. Es que mientras la nena jugaba en la mesa familiar con Maurette rompió en una crisis de llanto y le pidió al sujeto “no me toques” de modo angustiante.
Su mamá la tranquilizó, la acompañó a la cama y se quedó pensando en lo ocurrido. Durante la madrugada intercambió mensajes con su hija para preguntarle el porqué de la actitud para con el hombre que vivía con ambas desde hacía varios años. “Que te diga él lo que me hizo. Despertalo y que te diga”, le respondió ante su pregunta. La mujer profundizó en las inquietudes y la nena le terminó contando todo.
A la mañana siguiente, la mujer echó de la casa al sujeto y le reveló que sabía todo lo que a lo que había sometido a su hija. Es más: le avisó que lo iba a denunciar y recibió como respuesta del pervertido que se iba a suicidar y un pedido de disculpas. La madre cumplió con su palabra, radicó la denuncia junto a la víctima y no lo volvió a ver. Hasta una vez la Policía de la Ciudad la fue a buscar porque el acusado supuestamente se quería suicidar, cosa que claro está no hizo.
A lo largo de la instrucción y del juicio el relato de la víctima y de la mamá fueron idénticos de contundentes, no cambiaron ni una coma de lo que denunciaron. En el debate oral dos psicólogas particulares que atendieron a la chica expusieron el daño que observaron en la joven y hablaron de las secuelas en su desarrollo. Incluso la joven vejada reconoció que le cuesta relacionarse con los varones porque “le tengo asco a mi cuerpo” y en cada uno de ellos “lo veo a él”.
Tanto ella como su mamá pidieron declarar sin la presencia de Maurette en la sala, a lo que el tribunal accedió. El imputado, por su parte, lo único que esgrimió como defensa es que había engañado con una compañera de trabajo a la madre de la víctima y que le inventaron esta acusación como venganza.
El fiscal del juicio, Leonardo Lisa, pidió una pena de 25 años de cárcel por los delitos de abuso sexual gravemente ultrajante por su duración en el tiempo, agravado por ser cometido por quien estaba a cargo de la guarda de la víctima contra una menor de dieciocho años de edad y aprovechando la situación de convivencia preexistente, en concurso real con el delito de abuso sexual con acceso carnal y en concurso ideal con el delito de corrupción de menores agravada por ser cometido contra una menor de 13 años.
Pero lo más impactante del planteo del fiscal fue que le solicitó al tribunal un adelanto de veredicto y la detención inmediata de Maurette por el riesgo de fuga latente ante semejante solicitud de condena, cosa a la que el juez Chaminade y sus colegas Maldonado y Uboldi accedieron. Ahora, a la espera de la sentencia, por primera vez en un proceso que arrancó en 2018 el imputado está tras las rejas.