Otra muerte enluta a la Diócesis de Morón. Falleció ayer domingo a los 86 años el cura Carlos Baccioli, un religioso que estuvo a cargo de la parroquia Sofía Barat de Castelar durante un cuarto de siglo, director de la escuela homónima de la misma localidad, y que también se desempeñó al frente de otras comunidades como San Pedro Apóstol, también en Morón, y Jesús del Gran Poder, en Parque Leloir, Ituzaingó.
A pocos días del deceso de Raúl Trotz, el pasado 11 de julio, ahora el Obispado local se prepara para otra ceremonia de despedida a uno de sus miembros, que se oficiará esta mañana de lunes, entre las 9 y las 11, en la parroquia Santa Magdalena Sofia Barat y, desde las 11, se celebrará la misa exequial.
Baccioli se hace años se encontraba viviendo en el Hogar Sacerdotal de Buenos Aires desde hacía un tiempo a raíz de afecciones en su salud. “Nos unimos en acción de gracias por la vida y el ministerio de padre del padre Carlos y acompañamos a la comunidad de Sofía Barat que tantos años lo tuvo como pastor”, comunicó Martín Bernal, cura párroco de la Catedral de Morón.
Quién fue el cura Carlos Baccioli: su memorable encuentro con el artista Raúl Soldi
Carlos Baccioli nació y se ordenó sacerdote en Italia, país al que solía regresar una vez al año. Además de la vocación religiosa, había estudiado psicología y su pasión por la comunicación lo llevó a escribir para diversas publicaciones especializadas argentinas e italianas.
Había llegado a la Argentina de la mano de la congregación de los Oblatos y fue designado inicialmente párroco de Santa Rita de Cascia en la Ciudad de Buenos Aires. Luego fue llamado por el Obispado de Morón, donde permaneció hasta su muerte desarrollando una intensa actividad pastoral, pedagógica y cultural por la que será recordado eternamente.
La historia del mural de Soldi es quizás una de las postales que mejor reflejan la impronta que Baccioli quiso darle a su parroquia Sofía Barat, con un estilo disruptivo y muy moderno para la época que la convierten en un emblema de la arquitectura de la zona.
A principios de la década del 70, el artista Raúl Soldi y el padre Carlos Baccioli se encontraron en una reunión organizada por la revista Siete Días. Baccioli era colaborador de la publicación y el pintor se acercó para felicitarlo por sus artículos.

El sacerdote, que no conocía personalmente al artista pero admiraba su obra, creyó que su interlocutor era italiano porque el diálogo se desarrolló en ese idioma. Sólo cuando Soldi le comentó que había estudiado en la Academia de Bellas Artes de Brera en Milán, cayó en la cuenta de quién se trataba. Sin pensarlo, como reacción motivada por la admiración que le profesaba, el padre Carlos formuló un pedido cuyo futuro no imaginó.
-“El día que yo sea párroco de una iglesia, ¿usted me va a pintar como lo hizo en Glew?”, le preguntó.
-“Decorarla totalmente, no, porque soy muy viejo, pero algo le voy a pintar”, respondió Soldi.
En 1976, monseñor Raspanti, entonces obispo de Morón, nombró a Baccioli presbístero párroco de Santa Magdalena Sofía Barat de Castelar y entonces el sacerdote -que para ese momento era párroco de Inmaculada de Castelar- recordó la promesa que le había hecho unos años antes el artista, autor entre otras obras de la cúpula del Teatro Colón y de los famosos murales de la capilla de Glew. Baccioli llamó a Soldi, rememoró aquel pedido y obtuvo una respuesta afirmativa.
La consecuencia es un panel cerámico que ocupa más de 20 metros cuadrados de la pared ubicada tras el altar y que se conoce como “El mural escondido de Soldi”. Las placas fueron realizadas por el ceramista Miguel Quiereleison en su taller de Ituzaingó.

El conjunto tiene el inconfundible estilo del autor, la estilizada figura de los ángeles, la suavidad casi etérea de los matices de color y un clima que expresa una espiritualidad envolvente. En uno de los extremos, la santa aparece rodeada por el paisaje de Joigny, Francia, su pueblo natal.
El mural fue inaugurado por el propio autor en 1983. Hasta su muerte, Soldi se acordó con afecto de la parroquia y de su gente. “Recuerdo con mucho cariño a Barat, puesto que allí me brindaron más afecto que en ningún otro lado”, decía Soldi. Quien lo convocó para inmortalizar esa obra fue Baccioli.