La fiesta de fin de año del trabajo. El asado con los muchachos del fútbol. La salida con las chicas del gimnasio. La reunión con el grupo de mamis. La cena con los amigos de siempre. Con los compañeros de oficina. Con los de la secu. Y con los del primario. La presión de encontrar un lugar para todos antes de fin de año y las reuniones familiares del 31 de diciembre y el y 1 de enero convierten el fin de año en un mes con sobredosis de interacción social.
A este cuadro de estrés más o menos habitual, al argentino promedio se le suma sobre el final de este 2019 el arrastre de haber transitado un año electoral, con cambio de gobierno y crisis económica que profundizó la pobreza, aumentó la inflación, disparó el desempleo y adelgazó los bolsillos. Vivir en Argentina actúa como un estresor extra.
Según datos de la Confederación Farmacéutica Argentina (COFA), mientras en el país bajaron las ventas de casi todos los medicamentos, los sedantes e hipnóticos subieron un 15,7% de enero a septiembre, en comparación con el mismo período de 2018. En esta época del año aumentan los padecimientos gastrointestinales, dolores musculares, migraña, ansiedad, insomnio y otros trastornos.

El final de año siempre es un momento de balance en el que tendemos a mirar en retrospectiva aquellas cosas que hicimos o dejamos de hacer. Los argentinos suelen conectarse con una mirada nostálgica, autoexigente y con cierta tendencia desvalorizadora acerca de lo que no cumplieron para este año, lo que genera malestar, dolor e impotencia.
¿Qué podemos hacer entonces para afrontar el estrés y convertirlo en una oportunidad de crecimiento y renovación para el futuro? En primer lugar reconozcamos nuestros logros para permitirnos tener una mirada positiva en vez de insistir en mirarnos bajo una lupa de altísima exigencia; limpiemos viejos rencores: decidamos con libertad con quiénes queremos celebrar ya que el mandato cultural de festejar las fiestas en familia puede resultarnos una carga. Y finalmente preguntémonos: ¿qué estoy dispuesto a hacer para que el 2020 resulte realmente próspero y pleno? Más allá de los resultados a los que podamos arribar, lo que nos gratifica es la sensación de que estamos comprometiéndonos con aquello que nos nutre. Definir metas pequeñas y claras nos dará un rumbo y la confianza necesaria para acercarnos a nuestro norte.
Estas sugerencias pueden ayudar a transitar los doce meses por venir desde una postura más vital, consiente y comprometida, lo que será un puntal fundamental para vivir un 2020 en plenitud…o lo más dignamente posible, para no pecar de exceso de ambición. Al fin y al cabo, vivimos en una Argentina que tiene por delante tantos desafíos como cada uno de nosotros.