Las misas de la Diócesis de Morón son integradoras para personas celíacas, es decir, que tienen la condición de intolerancia permanente al gluten en sus organismos.
Es para el momento de la eucaristía, en donde las y los feligreses reciben un trozo de pan en forma de hostia a modo de ofrenda. Esa suerte de pastilla blanca que se coloca en la lengua está hecha con harina de trigo, que es uno de los productos clave que no pueden consumir quienes tienen la patología.
La sigla Sin Tacc (por las letras iniciales de trigo, avena, cebada y centeno) está sellada en la mayoría de los alimentos que se comercializan y que son aptos para quienes padecen la celiaquía.
No consumir ninguna de esas variantes es la clave para que, pese a tener esa condición genética, no sufrir la enfermedad, que entre otras cosas atrofia la vellosidad del intestino, que es lo que ayuda a absorber nutrientes.

Por eso las autoridades del Obispado de Morón tomaron la determinación de ofrecer la eucaristía apta. “Lo único que siempre pedimos es que si alguna persona necesita una hostia Sin Tacc nos avise cuando llega para tenerlas preparadas”, señaló a Primer Plano Online Martín Bernal, cura párroco de la catedral local.
Esas hostias son provistas por monasterios de monjas que las preparan con todas las medidas de seguridad, como por ejemplo evitar la contaminación cruzada: se deben preparar en lugares aislados del resto de la producción porque hasta el aire puede trasladar partículas de gluten.
Según reveló Bernal, desde hace un tiempo ya casi el 80% de las diócesis optaron por incorporar la eucaristía Sin Tacc. Y en algunos casos son los propios sacerdotes los que informan antes de comenzar los oficios religiosos para que nadie se quede sin recibir el sacramento sagrado.
