“Programamos hace dos semanas ir a jugar con el club Independiente de Chivilcoy y la idea era hacerlo con dos equipos juveniles y dos infantiles. Llevamos un combinado de infantiles, en donde se notó que hubo una pequeña diferencia de edad a favor de ellos. Ahí no pasó nada, porque suele pasar. Pero en el segundo partido pasó lo que me parece fue una locura”.
Iván Ferreira es el coordinador de las divisiones de Liga del Argentino de Merlo y uno de los protagonistas involuntarios de una historia que decidió dar a conocer por esa cosa de instinto paternal para con sus futbolistas. Es que sintió que fueron humillados por un rival de turno, al que eligieron en medio de la etapa de preparación para intentar afinar la puesta a punto de cara al inicio del torneo por los puntos.
Lo que pasó, concretamente, es que fueron hasta aquella ciudad, ubicada a 135 kilómetros del conurbano, para disputar un cotejo de preparación. Hicieron un esfuerzo importante desde lo económico y logístico en contratar micros, cubrir el traslado y el refrigerio de los chicos, pero lejos de ser una aventura deportiva el segundo partido terminó siendo una deslealtad.
“Vimos al técnico de Primera División en el banco de suplente y el plantel que nos puso en la cancha era el profesional. Entonces, si bien obviamente nosotros esperábamos jugadores acordes a nuestra edad, de cuarta división, era con chicos de entre 15 y 19 años. Nos miramos entre nosotros, me acerqué al técnico de ellos, Juan Carlos Lungarzo, y me respondió que era un combinado de reserva. Decidimos jugarlo y la pasamos muy mal”, reflexionó Ferreira.
El juego terminó 14 a 1 en favor del equipo local y eso no fue todo: en redes sociales continuaron con cargadas. “¡Parejo, hasta que empezó!”, postearon una foto con la formación que plantó en cancha Independiente. “La idea era jugar con juveniles y ellos nos pusieron a la Primera. Y encima hicieron de todo: nos agarraban de la camiseta, golpearon, jugaron al límite de lo que es el choque físico. Jugadores profesionales chocando contra pibes de 15 o 16 años. Me parece una locura, incluso por el riesgo de poder lesionarlos”, completó el coordinador de la ‘Academia’ merlense.
Los chicos, por cierto, no la pasaron nada bien. Y mucho menos al ver que el bullying siguió a nivel cibernético, en ese universo en el que todos están. “Volvimos realmente desilusionados, con mucha bronca, con mucha impotencia, porque esperábamos un partido parejo. Es una lástima que hayamos tenido esa mala experiencia en Chivilcoy”, finalizó Ferreira.
