La inflación comparada entre agosto y septiembre creció en los Municipios de la región oeste un 6,38 por ciento, número casi idéntico al aportado por el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC) a nivel nacional. Pero lo más alarmante de ese dato es su implicancia directa en el día a día: todos los indicadores dan cuenta de una restricción, mayor o menor según el nivel que se mida, en el consumo de alimentos.
Hay ejemplos concretos. Por caso, el consumo de carnes en el corredor oeste (desde Tres de Febrero hasta Moreno) cayó en los tres grandes niveles socioeconómicos. En los de mayor ingreso, bajó un 35 por ciento entre mayo y septiembre; en los sectores medios un 51 por ciento; y en los bajos, un 69 por ciento.
“La canasta básica se compone de 49 productos, y el incremento que han tenido entre junio y septiembre ha sido notable”, reflexionó Claudio Righes, director del Observatorio de Políticas Sociales del Municipio de Ituzaingó, durante una entrevista con el programa periodístico Primer Plano Recargado. Se trata del encargado del relevamiento de los precios y de medir cómo esa variación detona la economía de las familias.
Otro ejemplo que utilizó el funcionario es el de los beneficiarios de la Asignación Universal por Hijo, que hoy está establecido en $1694. De mayo a septiembre, con el monto que perciben los que cobran ese plan social pueden comprar un 23 por ciento menos de leche y un 35 por ciento menos de huevos, entre otras cosas. “Lo que no se prioriza es el consumo”, agregó Righes. En otras palabras: no está garantizado el acceso a la alimentación básica.
