Dos historias paralelas, aunque con algunos años de diferencia, cruzan a dos jóvenes de la región oeste. Por un lado Maximiliano ‘Picante’ Verón, de 30 años y hace cinco profesional del boxeo; por el otro Milagros ‘Mili’ González, de tan sólo 18 años, quien debutó como amateur en los cuadriláteros el sábado pasado, con un triunfo la misma noche en que su compañero de entrenamientos ganó por puntos el cinturón Latino de los Welter.
‘Mili’ y ‘Picante’ visitaron los estudios del programa periodístico Primer Plano, en su versión Recargada de los jueves, y contaron las claves del enorme reconocimiento que recibieron en estos días. Una, entre sus compañeros y compañeras de escuela secundaria. “Te vimos en la tele”, le decían. Para ella ya se trata de algo naturalizado: se entrena desde los diez años y le picó el bichito del box por ver a su hermano, al que reconoce admirar.
“Lo veo como una re inspiración”, manifiesta Milagros, con su lenguaje todavía adolescente, cuando el panel la indaga sobre cómo lo ve al ‘Picante’. “Entrenamos en el mismo gimnasio y me motiva mucho. Quiero ser como él y llegar a lo que es él hoy en día”, manifiesta.
A su lado, Verón devuelve la gratitud por los comentarios de la chica y afirma: “yo la veo que tiene mucho futuro y que, a medida que pasen las peleas, va a adquirir experiencia, se va a soltar más y podrá disfrutar ahí arriba”.
‘Picante’ puede ser un fiel exponente de la vida de los boxeadores en general, en donde el sacrificio es un valor preponderante. Es empleado en AySA regional Morón, trabaja como obrero en la calle y consiguió un permiso especial para preparar la pelea del sábado pasado, en la que alcanzó su techo hasta ahora. Pero no es algo lo obsesiona el mundo de los títulos a este papá de dos niños, a los que “ni loco” le gustaría ver boxear.
“Este cinturón significa haber llegado a un objetivo, pero mi deseo es dejar una huella», asegura ‘Picante’, muy lejos de las grandes luces del éxito. De hecho, espera unos minutos después de la entrevista porque debe cargar el celu para que el GPS le marque el camino de regreso a casa mientras la moto lo espera afuera.