Debido a la proliferación de edificios en la zona y del desfiladero de gente que propicia la oficina del Registro Automotor N°4 que funciona en la esquina de Mitre y Aristóbulo del Valle, estacionar en la cuadra del geriátrico se volvió una odisea. Por eso, para garantizar la comodidad y la seguridad de quienes se acercan a visitar familiares y también para los empleados que llegan a trabajar con sus vehículos, la puesta en funcionamiento de este espacio llegó para solucionar un tema crucial en torno al hogar.
Y para terminar de coronar su idea de dar siempre un poco más, el titular del geriátrico, Gustavo Ovando, tuvo otra idea superadora: convocó para hacerse cargo del cuidado de la playa y los vehículos estacionados a Gabriel Brun, el histórico cuidacoches de la calle Almafuerte al 2600, entre Buenos Aires y Martín Irigoyen.
“Llamé a comerciantes de la cuadra donde Gabriel trabajaba para pedirles referencias y todos me hablaron maravillas de él. Solo se lamentaban por la posibilidad de no tenerlo más allí, pero se pusieron muy felices de su crecimiento, y que de ahora en más pase a tener un trabajo en blanco”. En rigor, el nuevo empleado se suma al staff de 35 trabajadores formales con los que cuenta la estructura del geriátrico.
De este modo, a punto de cumplir 52 años, el cuidacoches Gabriel tendrá por primera vez en su vida un empleo bajo relación de dependencia, lo que le aportará una obra social y la posibilidad de contar con una jubilación en el futuro. «Cuando Ovando se acercó a hacerme la propuesta de trabajo pensé que era un chiste», recuerda y reflexiona: «nunca imaginé que esto podía pasarme».
En breve ya estará instalada en la entrada del estacionamiento la garita donde el flamante empleado del hogar tendrá su televisor, aire acondicionado y todos los elementos necesarios para desempeñar a diario su labor.
Gabriel es vecino de Castelar desde 1977: llegó a la ciudad un mes antes cumplir los 4 años. Vive a solo cuatro cuadras de su nuevo lugar de trabajo y más allá de la comodidad, pondera la oportunidad que le brinda Ovando de dejar de trabajar en la calle, en negro, para ser ahora un empleado formal con obra social.

El cuidacoche comenzó a trabajar sobre la cuadra de la Iglesia de Pompeya en julio de 2019. Antes se la rebuscaba haciendo changas de albañilería de forma ocasional, sin continuidad ni certezas sobre su futuro laboral y económico.
La calle, huelga decirlo, tiene sus inconvenientes: el frío, el calor, la lluvia y el mal humor de los conductores. “Yo nunca exigí nada por cuidar un auto; quienes me daban una propina lo hacían siempre de manera voluntaria”, remarca Gabriel en su charla con Primer Plano Online. Y fue su don de gente lo que lo hizo tan querible. Es más, fue protagonista de una persecución en la que redujo a un ladrón que le había robado una cadenita a una chica, porque también se ocupaba de la seguridad en la cuadra que sentía suya.
De este modo, siempre en busca de sumarle valor agregado a la institución en la que trabaja desde su adolescencia, Gustavo Ovando se emociona al ver todo lo logrado. Hace poco tiempo incorporó a la estructura del hogar un depósito de alimentos, lavandería, un gimnasio de kinesiología, nuevas actividades recreativas para los abuelos y va por más: “para nosotros es una etapa de crecimiento enorme, más de lo que jamás hubiéramos imaginado. Ésta es institución que busca brindar cada día más servicios y creo que por mi forma de ser nunca voy a dejar de hacerlo”, reflexiona.
Con esta iniciativa, más allá de ponderar la comodidad de quienes llegan al geriátrico a visitar a los residentes, se impone la idea del empresario de dar trabajo a una persona que estaba condenada laboralmente a la informalidad. A Gabriel su nuevo empleo le otorga dignidad, previsibilidad y la posibilidad de tener una cuenta en la que los días 10 de cada mes verá acreditado su sueldo. “Esta posibilidad que me brinda Ovando me permite planificar y dejar de andar renegando. Es una tranquilidad”, reconoce aliviado.









