Comerciantes destacados por sus trayectorias y los servicios que le brindan a la comunidad fueron homenajeados por el Centro Comercial de Castelar. Fue el flamante presidente de la institución, Hugo Villarreal, el encargado de la emotiva ceremonia, en donde emociones y los aplausos hubo por demás.
Detrás de cada negocio hay una historia. En todos los casos, el sacrificio y el esfuerzo es la característica principal de cada uno de los evocados. Además, se trata de verdaderos protagonistas del desarrollo de la ciudad, que supieron desafiar el destino y seguir adelante pese a las fluctuaciones de la economía. Héroes sin capa que les llaman. Y, de paso, que ya son tradición.
Estuvieron presentes en la ceremonia integrantes de la comisión directiva y socios de la entidad junto a varios de los homenajeados y familias de otros. Cabe recordar que, en marzo de cada año, también se realiza la entrega de distinciones a las mujeres destacadas. A continuación, cada uno de los evocados:
–Juan Capo: ingresó al ámbito laboral como empleado bancario, aunque allá por 1965, con un muestrario de linternas arrancó su trayectoria comercial entregando pedidos con su moto, hasta que en 1978 pudo comprar un depósito en Bogado al 3000 y comenzar con su librería comercial y escolar.

–Roberto Alessio: se desempeñaba en una empresa de electrodomésticos y en 1992 tuvo la oportunidad de comprar un terreno en Alem y Tebicuary, donde erigió su primer local e inauguró la pizzería Alem. Las lógicas vicisitudes de la economía lo llevaron por diversos caminos, incluida una fuerte reorganización con la crisis de 2001. En 2018 se reconvirtió en Plaza Alem.

–Carlos Puga: dueño de la panadería y confitería San Cayetano, ubicada en Pehuajó y Arias, descendiente de una familia de pasteleros. Elaboran distintos tipos de panes y masas, siempre artesanalmente, y ofrecen servicios de catering. En el comercio funciona el místico horno de pala, construido en 1953.

–Gastón Burnet: se recibió de técnico electromecánico en 1992. Trabajó de jardinero, pintor, heladero, vendió planes de servicios de ambulancias y hasta en una fábrica de artículos de goma. En 1994 se incorporó a Electricidad Castelar, en Carlos Casares al 900, hasta que cinco años más tarde quien era su jefe le ofreció venderle el fondo de comercio. Sin plata y con deudas arrancó en 1999 siendo su propio jefe y, para sentirlo propio, le cambió el nombre años después: en 2005 nación formalmente FASE, con un comercio familiar que amplió su alcance y llegó a vender a todo el país.

–Mario Samarruco: al frente de una fábrica familiar que lleva 70 años de trayectoria. Son tres generaciones que trabajaron allí y equiparon a gran cantidad de familias de Castelar y la región. Con más de 80 años en su espalda, Mario aún se acerca al taller para reparar sus muebles o construir algo que necesita. Para los Samarruco, la madera es una filosofía de vida.

–Leandro Danubio: en 2001 daba clases de cocina, pero con la llegada de la crisis había bajado la intensidad del trabajo. Convocado por su hermana incursionó en el rubro indumentaria, y en 2003, puso junto a ella un local en Castelar, mientras continuaba con sus clases gastronómicas. Llegó la sucursal en Merlo y un robo les hizo volcarse a la venta de ropa femenina. Hoy ambos locales tienen 20 y 17 años en su haber.
