Alba Tizzoni cumplió 101 años y hubo obrados motivos para hacer una gran fiesta. Además de lo meritorio de haber superado un siglo de vida, ella ostenta el récord de ser la primera en alcanzar esa edad en toda la historia de la residencia. “El Hogar del Dr. Ovando está cumpliendo 40 años y si bien hubo en todo este tiempo varios abuelos que soplaron 100 velitas, esta es la primera vez que alguien celebra sus 101 años de vida”, reflexiona Gustavo Ovando, director del establecimiento.
Fue él quien oficio de maestro de ceremonia para coordinar la celebración que vistió de fiesta el salón comedor de la residencia, decorada con globos y guirnaldas para darle el marco perfecto al evento. Con ánimo festivo y arengando al centenar de personas que estuvieron presentes, Ovando invitó a cantar el feliz cumpleaños; pidió unas palabras para la agasajada de parte de sus sobrinos Laura, Jorge y Hugo Noya allí presentes y organizó las fotos de rigor para sellar lo que fue un verdadero día de fiesta en el geriátrico de la calle Aristóbulo del Valle al 400 en Castelar Sur.
Primer Plano Online dialogó con los sobrinos de Alba para conocer algunos detalles del vínculo que los une a la cumpleañera. Jorge, quien es además su ahijado, aseguró que “Alba es para todos nosotros una segunda mamá, por eso pensamos que éste es el homenaje que correspondía hacerle”. Y agrega “todos sus sobrinos fuimos siempre una suerte de hijos adoptivos para ella”, por eso procuraron que viva sus días en un hogar que le garantice cuidado y calidez para que pueda “mantenerse muy bien y conservar su lucidez”.
Por su parte, su sobrina Laura manifestó que “Alba siempre estuvo presente en nuestras vidas, por eso hoy se lo queremos retribuir; ella siempre tuvo una oreja dispuesta para escuchar a cada uno de los integrantes de nuestra familia”
Experta en el arte culinario, su familia recuerda la mano única de Alba a la hora de preparar el vitel toné, su especialidad en la cocina. “Íbamos a su casa con cualquier excusa con tal de degustar ese plato que ella preparaba como nadie”, recuerdan sus sobrinos todavía hoy, rememorando momentos felices de sus infancias muy cerca de su tía adorada.

En su rol de anfitrión de la fiesta que todos los residentes del hogar disfrutaron compartiendo una exquisita merienda, Gustavo Ovando, que se desempeña desde hace 36 años en la iniciativa que comenzó como una empresa familiar, no oculta su alegría por la celebración inédita. “Para nuestra actividad que uno de nuestros abuelos llegue a los 101 años es toda una emoción. Todos ellos son mi familia y esta tarea es definitivamente mi pasión”, sentencia. Se lo nota moverse como pez en el agua entre ellos, mencionándolos amorosamente a cada por su nombre de pila, desplegando su histrionismo y dejándolo “todo” en las diferentes instancias de la celebración para que el ánimo no decaiga: “trabajo aquí más de 10 horas por día y realmente amo lo que hago”, explica.
El geriátrico tiene capacidad para 73 personas y en la actualidad está ocupado a pleno. Acompañan a Ovando un staff de colaboradores y profesionales “para hacer de éste un hogar feliz, que innova y garantiza mucha vida social para los residentes, por eso cada uno de nosotros está realmente orgulloso de ser parte de un proyecto que solo puede funcionar si cada uno pone su amor al servicio de todos ellos”.