Hace dos semanas, los 102 trabajadores de Cortinas Esteban, en el barrio Cortejarena de Moreno, recibían la triste noticia de que la fábrica en donde desarrollaban sus tareas cerraba sus puertas. La crisis económica, esa definición tan abstracta e impersonal, se llevaba puesta la realidad de hombres y mujeres con familias, cuyo destino se ensombrecía de un día al otro sin miramientos.
Pero ahora, el horizonte oscuro dio lugar a una luz, pequeña por cierto pero que también cumple su función de iluminar. Tras una serie de reuniones en la sede regional del Ministerio de Trabajo bonaerense, la potencia de trabajadores y trabajadoras fue escuchada y no sólo las autoridades dictaron la conciliación obligatoria, sino que también les autorizaron ingresar a la fábrica para constatar que todo estuviera como lo habían dejado la última vez que estuvieron allí, produciendo.
“Hicimos un inventario con los funcionarios del Ministerio de Trabajo y el resultado indica que está todo en condiciones, tal cual lo dejamos antes de la última jornada laboral. Es muy importante para nosotros que nos dejen custodiar los medios de producción para que no se lleven nada y, si logramos que se reabra, podamos empezar a producir de nuevo”, contó a Primer Plano Online Gabriel Casco, delegado del gremio de Madereros.
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Otra cosa que quedó establecida en el organismo gubernamental es que los dueños actuales de la firma deberán pagar la totalidad de las indemnizaciones que le corresponde al personal, en caso de que se ratifique el cese de actividades. Y esa potencialidad responde a que surgió una posibilidad concreta en medio del sombrío panorama: que un grupo inversor se haga cargo de Cortinas Esteban y requiera de la plantilla para volver a fabricar.
“Por ahora, con la conciliación, todos seguimos siendo empleados y los telegramas que recibimos no corren. Es más: deberíamos cobrar la quincena el lunes que viene. Pero lo que más nos importa es que la empresa pueda continuar y nosotros sigamos trabajando”, reflexionó Casco.
Por el momento, los trabajadores mantienen una guardia interna en la fábrica y siguen de cerca las negociaciones. El objetivo, por demás noble, bien lo vale.