Montaron un operativo encubierto para sorprenderlo, literalmente, con las manos en la masa. Mientras preparaba pizzas en un local gastronómico de Caballito, en donde era un trabajador más, como cualquier otro, una comitiva integrada por personal de la DDI La Matanza y de la Policía Federal arribó al lugar ante la sorpresa de los compañeros del sospechoso, al que le leyeron los cargos en su contra y se llevaron esposado.
“¿Vos tuviste problemas con tu vecino allá en la Palito?”, le preguntó un efectivo policial luego de ponerle los ganchos en sus manos y hacerlo tomar asiento en una silla. “Ah, si. ¿Por eso es?”, respondió le imputado, identificado por fuentes de la investigación como Ramón Abel Ojeda (45). El especialista en amasar no sólo era un simple cocinero: tenía consigo la carga de un hecho sangriento en el cual dejó al borde de la muerte a un habitante de la zona en que vive.
Según logró reconstruir Primer Plano Online, todo ocurrió en las puertas de una vivienda del interior de la populosa barrida conocida como Villa Palito, en una calle sin nombre cruzada por la continuidad de Adolfo Berro y Agustín de Vedia, en San Justo. La información contemplada en el expediente judicial indica que una mujer pasaba por la puerta de la vivienda de Ojeda y su perro la atacó. El hermano de la víctima salió en defensa de su familiar y directamente increpó al pizzero por no haber evitado el ataque de la mascota.
“Se produjo una discusión y Ojeda, que tenía una cuchilla de carnicero, apuñaló varias veces al hombre, que era su vecino. Esas heridas lo dejaron en un estado de gravedad, aunque logró recuperarse. La denuncia habilitó la investigación, sólo que el acusado desapareció del barrio”, refirió una fuente consultada por Primer Plano Online.
En dónde se ocultaba y cómo detuvieron al maestro pizzero
El caso llegó a manos de la DDI La Matanza, bajo la supervisión del comisario Flavio Marino, que rápidamente instrumentó una serie de medidas tendientes a dar con su paradero. No se había ido lejos: permanecía en el interior de la conocida como Villa Palito y, de averiguaciones, también los investigadores pudieron establecer que trabajaba en el mencionado comercio gastronómico porteño.
Pero también obtuvieron un dato: se escondía en la vivienda de un sujeto vinculado a una banda que realizaba escruches y, como si fuera poco, Ojeda era experto en el manejo de armas blancas. Por eso el procedimiento actuó en el momento en que el sujeto no tuviera chances de defenderse: fue reducido mientras preparaba los bollos en la cocina de la pizzería ‘La Reina’.

Mientras la detención se consumó, otra comitiva policial llevó adelante dos allanamientos simultáneos. El primero en la finca en la que residía al momento del ataque al vecino, en donde incautaron la cuchilla con la que cometió el ataque. El otro en la vivienda en la que su amigo lo estuvo escondiendo por algunos días, en donde se dio la otra sorpresa del procedimiento.
Fue en la calle Perú al 5200 en donde fue detenido también Carlos Herrera Villablanca, un sujeto de nacionalidad chilena que ya había estado privado de su libertad por diversos delitos, entre ellos el robo a una joyería en la localidad de Monte Grande. Recuperó su libertad el 23 de octubre pasado y contaba en su poder con herramientas para realizar escruches. Por ese hecho quedó a disposición de la justicia.
Los casos paralelos son investigados por dos fiscalías: la Nº 11, a cargo de Evangelina Sánchez, y la Nº 3, cuyo titular es Gastón Bianchi, ambas del Departamento Judicial La Matanza. La orden de detención de Ojeda y para la realización de los allanamientos fue dictada por el juez Rubén Ochipinti, del Juzgado de Garantías Nº 3.