Eran las 21.05 de un sábado, día de encuentro familiar o reunión de amigos. Un auto estacionado sobre la vereda, en Olavarría y Necochea, de Ramos Mejía, de las zonas más golpeadas por el delito. El conductor que sale antes para ponerlo en marcha y estar atento a cualquier movimiento extraño que suceda en la cuadra.
30 segundos más tarde sale la mujer desde el domicilio. Cierra una primera puerta y luego la principal, que da a la vereda. Camina unos pocos pasos hasta el auto. Pero cuando está por subirse aparece en la escena un sujeto, doblando la esquina con una moto de baja cilindrada, más bien parecido a un ciclomotor.
El malviviente encara al matrimonio. Se baja de la moto en un accionar veloz, tras el cual deja caer ese vehículo sobre el asfalto. Y encara al chofer del auto. La mujer percibe el movimiento y sale corriendo hacia enfrente de la casa, mientras el dueño del auto pone primera y avanza. Lo hace justo en el instante en que el ladrón estaba abriendo su puerta.
Acelera. Pasa por arriba la moto, que había quedado tirada, y sale. Huye, como lo hizo también la mujer, que consiguió refugio en lo de un vecino. El delincuente se vuelve hacia la moto. La levanta e intenta continuar su raid, pero mira a su alrededor y corre. No pudo concretar su atraco. Una familia se salvó de milagro.