Emiliano había estacionado su auto en la vereda de su casa de Fragata Sarmiento al 4400 en Villa Udaondo. Volvía de cumplir su turno como chofer en la Línea 4, de Liniers, y había llevado a su esposa a cuatro cuadras de su domicilio. Pero al llegar a su casa comenzó un infierno que será difícil de olvidar: dos motochorros lo sorprendieron y se metieron con violencia en su vivienda.
Los delincuentes se encontraron con la resistencia del propietario de la finca, que no se resignaba a dejar que se lleven sus cosas. Pero la irracionalidad de los atacantes fue inaudita: lo empezaron a golpear con la linga de acero para atar la moto, que uno de ellos traía colgando del cuello.
Los malvivientes comenzaron a separar varios electrodomésticos para llevárselos y, cuando se dirigieron a la habitación donde dormían sus hijos, Emiliano se incorporó de golpe, pese a las heridas que había recibido, tomó una cuchilla y se la clavó en el cuello a uno de los motochorros. El otro, el que no estaba herido, descargó su furia con la cadena en contra del dueño de casa hasta desmayarlo.
El chofer, después de semejante ataque, fue internado en un centro asistencial de Ciudad Evita, a donde fue derivado por su obra social. Se recupera, afortunadamente, y orgulloso de haber defendido a su familia. De hecho, los delincuentes se retiraron de la vivienda sin llevarse nada. “Todavía no apareció nadie en ningún hospital con una herida compatible, pero tenemos una línea investigativa bastante firme para intentar encontrarlos”, dijo una fuente de la investigación a Primer Plano Online.
De hecho, la sangre del delincuente dejó parte de su ADN en la cuchilla con que el vecino de Udaondo se defendió. Mientras, la esposa del colectivero atacado, pide cámaras de seguridad para el barrio.