La historia del repartidor que mató a patadas en la cabeza al ladrón que le había robado la bicicleta en Moreno sumó un nuevo capítulo. El juez de Garantías Gabriel Castro dictó la prisión preventiva de Ezequiel Maidana, quien seguirá preso hasta el juicio en orden a los delitos que se le imputan: homicidio agravado con alevosía y robo, debido a que luego de desmayarlo a golpes le quitó las zapatillas.
El planteo fue elevado por la fiscal que instruye la causa, Luisa Pontecorvo, en coincidencia con lo expresado por el abogado de la familia de la víctima, Hugo López Carribero, quien además ahora le anticipó a Primer Plano Online que pedirá el traslado de Maidana al penal de Sierra Chica. Para la justicia, más allá de la presunción de inocencia como estadío constitucional, no hay dudas de que el autor del crimen de Javier Coria (22) fue el delivery.
Más allá del expediente judicial y la letra fría de una resolución, lo cierto es que el crimen transparenta como pocas otras cosas lo enferma que está la sociedad pospandemia, atravesada por las dificultades económicas, por la inseguridad y principalmente por la violencia. En verdad, por la carencia de una visión de futuro. Un pibe de 19 años sin antecedentes penales y recién saliendo a la vida que enfrenta una pena de perpetua, es decir, 35 años de cárcel. Otra vida, la de un chico de 22 años, apagada para siempre. En el medio, debates estériles y una brújula que no parece ser hallada por quienes tienen la responsabilidad de fijar un rumbo.
En su resolución, el juzgado dio por acreditado que la noche del domingo 19 de septiembre en la calle Belisario Roldán al 11400, entre Acoyte y Martín García de Trujui, en Moreno, Maidana saltó de la parte trasera de una camioneta conducida por Rodrigo Hernán Tejeda y comenzó a golpear salvajemente a Coria, además de arrojarle la bicicleta encima. “Lo golpeó en la cara con varias patadas en el rostro. El sujeto (Coria) se quiso defender, pero quedó tirado”, se estableció en la investigación.
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Esa bicicleta era de la mamá de Maidana y el joven la usaba para hacer repartos. Minutos antes Coria se la había robado al cruzarse en su camino mientras iba a entregar un pedido. «Te robo de onda, de cheto wachín», fue la frase que le pronunció el asaltante, quien en ningún momento le esgrimió arma de fuego ni tampoco elemento punzante.
Luego es que la víctima se convirtió en victimario, porque lo alcanzó y mató a golpes. Pero no sólo eso: después del bestial ataque, con el muchacho golpeado inconsciente e indefenso en el suelo, se le acercó y lo quitó las zapatillas que tenía puestas. Al día siguiente, cuando la Policía lo fue a buscar a su casa, entregó el calzado y, al ser indagado, le confesó a la fiscal que se las quitó “de bronca y de impotencia”.
En esa sintonía, afirmó que está “muy arrepentido” por lo sucedido, pidió “disculpas” a la familia de la víctima fatal del hecho, y le solicitó a la justicia “una oportunidad” tras defenderse bajo el argumento de la emoción violente: “no entiendo qué fue lo que me pasó para hacer esto”.
