“Tiene derecho a pronunciar sus últimas palabras”, le dijo el juez Alfredo Pedro Drocchi a Pablo Ariel Papadopulos, quien llegó al juicio detenido y con una sumatoria de graves hechos delictivos, de los cuales el más delicado fue el crimen del policía Rubén Rivas en San Justo, en la Nochebuena del 2020.
“Quiero pedirle perdón a la señora Dos Santos”, fue su respuesta ante el Tribunal en lo Criminal Nº 1 del Departamento Judicial La Matanza, integrado también por la jueza Andrea Giselle Schiebeler y su par Matías Jorge Rouco. Para el fiscal del juicio, Carlos Luppino, no había más por decir, sólo esperar la sentencia, que finalmente llegó: al asesino confeso y delincuente, autor de múltiples hechos, le dieron 24 años de prisión. Y a uno de sus cómplices, 22.
La señora Dos Santos a la que se refirió era Nelli, quien vio con sus propios ojos cómo una banda delictiva asesinó a su hijo en la puerta de su casa de la calle Cabrera al 1.300, casi esquina Argentina, en San Justo. Eran las 18.30 del 24 de diciembre ese año cuando lo había recibido para intercambiar saludos por la fecha y, cuando se retiraba, una banda de cinco ladrones a bordo de un Fiat Siena lo abordó con fines de robo. “Dale, dame todo que están puestos”, los amenazaron.
La víctima naturalmente resistió y dio la voz de alto para que cesen en su intención. Incluso alcanzó a disparar para defenderse, pero la superioridad numérica de los atacantes fue letal: a Rivas lo mataron prácticamente en el acto y a su mamá la balearon en una de sus manos. A los asesinos, por las características de su acción, les adjudicaron varios hechos delictivos en la zona, pero ninguno con semejante gravedad como el crimen del policía.
A Papadopulos lo detuvieron pocos días después del asesinato, cerca del fin de año. La investigación encabezada por el fiscal de Homicidios de La Matanza Federico Medone permitió reconstruir el recorrido de los asaltantes tras matar a uniformado: un relevamiento efectuado mediante el sistema Anillo Digital de la Policía de la Cuidad de Buenos Aires ubicado sobre la traza de la General Paz visualizó el paso de un Fiat Siena, utilizado en el hecho, que se corresponde con otras filmaciones obtenidas en calles linderas a donde mataron a Rivas.
Al hacer la reconstrucción de la titularidad del vehículo se determinó que había sido vendido en 2018 en Lomas de Zamora por su titular original a su yerno, que un año después se lo vendió a un vecino de Caseros. Toda la documentación fue presentada ante los investigadores, con lo cual se pudo individualizar los pasos dados por el coche en las diversas transferencias.
En paralelo, a la banda se la vinculó con otro hecho ocurrido en Amancio Alcorta y Hernandarias, de Lomas del Millón, donde varios delincuentes robaron un Renault Captur de color bordó cerca de las 21.30 para, media hora después, en Hudson y Somellera, de La Tablada, a bordo de ese coche, sustraer a punta de pistola una camioneta Amarok gris, disparando contra la víctima y dejando abandonado el primero de los autos. Allí, peritos de la Policía Científica procedieron al levantamiento de una vaina de proyectil calibre .9 milímetros.
Esa camioneta Amarok fue secuestrada horas después en jurisdicción de comisaría 9ª de Mataderos de Capital Federal, y estaba siendo conducida por Papadopulos, de 29 años y domiciliado en Lomas del Mirador, sobre la calle O’Gorman al 1.500. El joven quedó primero aprehendido por encubrimiento, resistencia y atentando a la autoridad, a cargo del Juzgado Nacional y Correccional Nº 1 de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Es que mientras escapaba de la Policía, tras ingresar a territorio porteño por la avenida Alberdi, chocó en la intersección con Cárdenas y fue arrestado. Al cruzar sus datos quedó acusado como parte dela banda criminal.
En su domicilio, los investigadores hallaron una pistola calibre 7,65 marca Mauser, con tres municiones intactas; un total de 40 juegos de llaves de ignición automotor de distintas marcas y modelos; documentación y formularios automotrices varios; y 17 coches de marcas varias, de los cuales seis tenían pedido de secuestro y prohibición de circulación. Estaba hasta las manos, pero todo eso debía ser probado en un juicio.
Sumada a la confesión de Papadopulos, que en ese entonces era un apellido resonante en los medios de comunicación porque un primo suyo había atropellado y matado a un nene que cruzaba la calle con su mamá en territorio porteño, hubo otro testimonio que se escuchó en el debate que fue contundente.
Fue el de Hugo Ezequiel Herrera, integrante también de la banda, quien reconoció ante la justicia que “el día del homicidio éramos cuatro los que fuimos al lugar del hecho”, y nombró a “Cristian Miglione, Jonathan Miglione, yo, y Papadopulos”. De ellos, Jonathan está prófugo y Cristian está preso en Olmos por otros delitos.
A Papadopulos le impusieron la pena de 24 años de prisión por ser coautor penalmente responsable de los delitos de robo agravado por el uso de armas de fuego -en hechos reiterados- y homicidio en ocasión de robo, todos en concurso real entre sí, mientras que a Herrera lo condenaron a 22 años por la misma calificación. En ambos casos con la respectiva declaración de reincidencia.