Poco después de conocerse que los médicos del Hospital Posadas declararon la muerte cerebral de Lourdes Espíndola, la joven de 25 años que formaba parte del Comando de Patrullas de Moreno y realizaba adicionales en el peaje Quintana de la Autopista del Oeste, en Ituzaingó, tres personas cuya identidad se mantiene en reserva se presentaron en la Fiscalía Nº 2 de Ituzaingó para brindar declaración sobre lo que vieron ante la fiscal Graciela Biassiotti, a cargo de una compleja investigación.
Anoche también, cerca de las 22, el juez de Garantías Nº 4 de Morón, Alfredo Meade, se presentó en el nosocomio para dialogar con la familia sobre la autorización de donar órganos que los allegados a la víctima de un disparo fatal decidieron. Se trata de un procedimiento necesario cada vez que hay una muerte violenta que investiga la justicia. En cuanto a la pesquisa, se sabe que en el lugar hay dos cámaras de seguridad, pero ninguna captó el momento del hecho: una no funciona (la de la autopista) y la otra, un domo del Municipio, es giratorio, y en el instante del ataque estaba apuntando hacia otro lado.
Todavía conmovido hasta las lágrimas, Fernando Altamirano decidió nuevamente hablar con los medios para reiterar su pedido desesperado en medio de la congoja. “Quiero justicia, no podemos salir a la calle y que nos maten como perros”, dijo el joven de 34 años que todavía no pudo enfrentar al pequeño hijo que tiene con Lourdes Espíndola para contarle que su mamá no volverá a casa.
La pareja de oficiales de la Policía bonaerense vive en Berazategui, y viajaba –hasta el sábado pasado- tres horas por día para cumplir con las 12 horas de adicional que les permitían vivir. Cobraban $1700 cada vez que estaban ese medio día en custodia, que cumplían los días en que no eran parte del Comando de Patrullas de Moreno, a donde estaban destinados. Es que a fin de mes, el sueldo entero de ambos se lo llevaban distintas mutuales y el Banco Provincia, entidades con las que se habían endeudado para edificar la casa para sus hijos.
“Hacía una semana le había dicho que no esperemos a que nos peguen un tiro. Compremos un terreno, hagamos dúplex y los alquilamos. ¿Cuántos casos hay de policías que están a punto de retirarse y los matan para robarle?”, expresó Altamirano en medio del escozor que aún provoca el caso. “Desde arriba mi gorda me está pidiendo que no me quede de brazos cruzados y que luche”, continuó.
Consultado sobre si va a seguir siendo policía, ya que ayer dijo que renunciaba a la fuerza, manifestó que lo va a hablar con sus hijos. Es que él tiene otros dos hijos de una pareja anterior, más Juan Ignacio, el de Lourdes. “Somos gente humilde, trabajadora. Mi suegro se acaba de quedar sin trabajo. No sé cómo vamos a seguir”, señaló.
Respecto al tenso diálogo que cruzó con el jefe de la Policía, Fabián Perroni, que estuvo ayer en el Hospital Posadas para conocer el estado de salud de la oficial baleada, Altamirano dio otra versión. “Me acerqué y le pregunté ‘¿así es como usted cuida a su personal?’. Y saltó prepotente diciéndome ‘¿qué te pasa pibe?’ Después me acerqué, le pedí disculpas y le quise entregar mi credencial, que no la quiso aceptar. Y ahí me dijo comportate como un hombrecito”, narró.