Llegó a la Fiscalía a bordo de un patrullero y con custodia. Bajó del vehículo e ingresó a una oficina contigua a donde debía hablar con la funcionaria judicial encargada de leerle la imputación. Allí lo esperaba un abogado oficial, que se presentó como su defensor. Se mantuvo siempre con la mirada hacia abajo.
Después llegó a enfrentar a la fiscal Florencia Di Sciacio, de la UFI Nº 10, especializada en violencia de género del Departamento Judicial Morón, quien le leyó los cargos y le hizo saber sus derechos. “No voy a declarar”, fue todo lo que atinó a decir en base a la recomendación que le había dado el profesional que lo asiste.
Para la justicia, el hecho está esclarecido y llegar al juicio es un mero trámite. El delito que enfrenta Díaz es homicidio agravado por mediar violencia de género, es decir, femicidio. No hay manera, por la cantidad de testigos que vieron lo que hizo, que no reciba la pena máxima establecida en el Código Penal, léase, perpetua.
La víctima del femicida fue Sabrina Vanesa Ovalle (35). El hecho ocurrió el 3 de enero, alrededor de las 8, en una vivienda situada en la calle Cuyo 835 de Ituzaingó donde residía la víctima, quien trabajaba como cajera en un supermercado Yaguar de la zona.
Si bien la pareja estaba separada desde hacía unos tres meses, luego de que ella realizó una denuncia por violencia de género en un Juzgado de Familia de Morón y se le dictó una restricción perimetral y una exclusión del hogar, en la práctica esta medida no se cumplía y el hombre a veces se acercaba a ver a las hijas de ambos, de 2 y 4 años.
Aquella mañana Díaz atacó a Ovalle en el porche de la vivienda, aprovechando que el papá de la chica estaba de viaje y el hijo adolescente de ella, fruto de una pareja anterior, tampoco estaba en la finca. Pese a que los vecinos intervinieron rápidamente y llamaron tanto a la Policía como al servicio de ambulancias, la joven murió desangrada por las heridas que sufrió y el atacante se autolesionó al verse rodeado por gente que evitó que escape.
Ahora, si bien hay 30 días para que la justicia le otorgue la prisión preventiva y sea destinado a la cárcel en donde empezará a cumplir su pena, lo cierto es que el asesino está en manos de la Policía, en una dependencia que no trascendió. Los cuidados deberán ser extremos, dado el antecedente de querer quitarse la vida.