Se negaron a declarar los dos detenidos que tiene la investigación por el crimen del panadero Esteban Freire (43) en Morón. Se trata de Luciano José Íbalo (41), también comerciante (del rubro verdulería) y de Luciano Catanzaro (35), a quien le encontraron la caja fuerte en el auto de su Ford Focus blanco y quien tenía una granja de venta de pollos a pocos metros del lugar del asesinato.
Como informó Primer Plano Online, la justicia pudo establecer, en base a evidencias recopiladas por el fiscal Pablo Masferrer, de la UFI Nº 2 de Morón, que fue un golpe planificado, que contó con logística y organización. Un video al que accedió este medio muestra cómo los tres asesinos llegaron al comercio que conecta a la vivienda con una escalera para poder acceder al interior.
“Los dos detenidos no son los que ingresaron a la casa. Son parte de la banda pero hay tres prófugos, que están siendo buscados”, precisaron fuentes de la investigación. Como se recordará, la autopsia confirmó que a Freire lo asesinaron de un balazo en el pecho: todo indica que la víctima resistió el robo y por eso le dispararon.
¿En base a qué se sospecha eso? En la casa había más dinero del que finalmente se llevaron, que era la recaudación del comercio de varios días que, en principio, estaba destinado para la compra de harina. ¿Por qué no se llevaron el resto? Una conclusión a la que llegaron quienes analizan lo ocurrido es que fue por la resistencia de Freire.
Qué rol tuvieron los asesinos y cuál es el estado de la salud de la viuda
“De los detenidos, uno es el que vendió la información, que vendría a ser Catanzaro, y el otro es el que reclutó a los sujetos que dieron el golpe, que es Íbalo, el dueño de Amarok. Estuvieron todos en el lugar y en cercanías”, agregaron los voceros consultados para la elaboración de este artículo.
El otro dato que pudo corroborar este medio es que entre Freire y Catanzaro había una relación de amistad. Si bien la viuda del panadero ya fue dada de alta, su estado de salud y psíquico es “muy malo”. Todavía la justicia espera para poder ampliar su declaratoria.
Lo poco que pudo aportar Adriana Portillo es que se encontraba en la habitación matrimonial durmiendo cuando escuchó lo que definió como “una explosión”. Ahí se despertó, llamó a su pareja Esteban quien, cuando salía de la habitación, fue golpeado en la cabeza. “Tres veces lo golpearon”, recordó.
A ella la empujaron, cayó al piso estando “todo oscuro”, por lo que no alcanzó a ver cómo se movilizaban los agresores. Antes de caer también la golpearon en el cuero cabelludo. La mujer se arrastró hasta la habitación de su hijo menor, le pidió que llame a una ambulancia y luego se trasladó hacia el baño, donde estaba la luz encendida. Ahí vio a Esteban desmayado, por lo que también empezó a pedir ayuda.