“Hace años que lo venimos planeando. El objetivo es llevar la biblioteca Palabra Nómade a la cumbre del Aconcagua. Estamos preparados para llegar hasta donde la montaña nos permita. Hasta donde lleguemos lo vamos a disfrutar y nos volveremos para tomar unos vinos”.
José María Lamarque (60), un vecino de Castelar que desde 2002 encabeza el proyecto solidario conocido como Biblioteca Palabra Nómade, tiene todo listo para partir rumbo a cumplir uno de los grandes desafíos de su vida: hacer cumbre en el Aconcagua, el pico más alto de América y el más alto del mundo fuera de Asia. Son 6962 metros de altura en total.
Para semejante objetivo, que se estima implicará una travesía total aproximada en 18 días de caminatas en ascenso, ya tiene sus dos grandes compañeras de ruta listas. Una es ‘Ernesta’, su mochila, denominada así en homenaje al ‘Che’ Guevara, un personaje al que admira pero no por cuestiones ideológicas sino por su ejemplo de vida. La otra es la bandera firmada por sus amigos, que son todas personas que lo acompañan en el proyecto y en este emprendimiento. Entre otros, la insignia cuenta con la firma de Adrián Noriega, director de Primer Plano Online.

“No vamos a competir con la montaña porque es nuestra amiga. Llegaremos hasta donde ella nos de su permiso. Oxígeno y metabolismo son los principales condicionantes, pero la clave es la cabeza. En la montaña, el clima saca lo mejor y lo peor de cada uno. Las exigencias son muchísimas y vamos a tratar de enfrentar el desafío”, contó durante una entrevista en la redacción de este medio.
Según contó Lamarque, el ascenso es de a 500 metros por día, aproximadamente. Y lo dificultoso del desafío lo graficó con una estadística: el año pasado, de 3500 personas que intentaron llegar a la cumbre, argentinos llegaron menos de 100. No es para cualquiera encarar esta travesía, incluso desde el punto de vista económico. “Es muy difícil subir, pero yo le tengo más miedo a la bajada, porque para las rodillas es tremendo. Además, tengo un menisco roto, que me lo voy a operar cuando termine esto”, narró.
Desde 2002, José María lleva adelante una iniciativa solidaria, cuya finalidad es regalar libros. Afirma que es algo que lo enriquece “muchísimo, porque me permite conocer a gran cantidad de gente”. Y que lo llena de satisfacciones. La biblioteca no tiene una dirección física, sino que circula a donde sea convocada. Recibe donaciones, que quedan en custodia y de repente se organiza un operativo para regalarlos. En estos días se viene un mega reparto de libros para niños y niñas. “El objetivo es que el libro fluya, porque hoy en día biblioteca con sus estanterías completas es algo poco práctico”, considera.
Y cuenta una de las tantas experiencias que le tocó vivir en estos 17 años. “No me interesa tener cantidades de libros, sino que sean útiles. Hace poco me pasó en una suelta que dejé en exhibición un texto sobre el Alzheimer, que por dentro me preguntaba a quién le iba a interesar. No terminó de ponerlo que una mujer lo tomó. Y cuando la consulté me dijo que su mamá había muerto por esa enfermedad, y quería saber de qué se trataba”. Vaya si detrás de la biblioteca Palabra Nómade no existe una bella forma de entender la solidaridad.
“No es mala idea”, contestó cuando Primer Plano Online lo consultó sobre si se iba a llevar algún libro para regalar si llegaba a la cumbre. Así que quizá Ernesta no vaya tan liviana como debería.