La Ciudad Autónoma de Buenos Aires retomó ayer la presencialidad de un grupo de alumnos del último año de dos escuelas técnicas públicas, lo que marcó el regreso a una actividad suspendida desde marzo por la pandemia de coronavirus.
Mientras, el gobierno bonaerense definió que esa modalidad comenzará a aplicarse desde el 26 de octubre en 21 municipios considerados como de «bajo riesgo epidemiológico» y que forman parte de los 24 distritos del interior en los que comenzará el plan progresivo de regreso a clases presenciales.
Frente a este panorama, el programa periodístico Primer Plano convocó a uno de los especialistas en educación más reconocidos de la región oeste. Se trata de Mario Oporto, quien dialogó con Adrián Noriega sobre lo que deja este año de aprendizaje en pandemia y los desafíos del porvenir.
“Hoy lo importante es urgente. Lo inmediato es cerrar el 2020, que el pueblo entienda cómo lo evaluamos y que cada alumno o alumna sepa lo que ha aprendido. Es importante que todos continúen, pero lo que se hizo este año tiene que pesar en 2021”, reflexionó Oporto. “También estimo que el ciclo lectivo próximo será similar”, agregó.
Es, en rigor, una expectativa que flota en el ambiente: hasta que no haya vacuna, la escuela no será la misma que se conocía antes de la pandemia de coronavirus. Pero Oporto es un pensador y, como tal, no escapa de la coyuntura, pero su mirada es en base a un horizonte lejano, a largo plazo.
Allá por 2004, cuando el dirigente peronista era ministro de Educación del entonces gobernador Felipe Solá en territorio bonaerense, planteaba la necesidad de que, tras la fuerte crisis social y económica que derivó en el estallido de 2001, lo importante era que chicos y chicas, que dejaban la escuela para ir a trabajar, no sólo no abandonen los ámbitos educativos sino tampoco el aprendizaje.
Aquellos adolescentes son los adultos que hoy día se enfrentan al campo laboral. Eso mismo sucede con quienes, a los tumbos, encararon este año tan complejo para estudiar. “Los chicos que entraron este año en salita de 3 será un trabajador del año 2050. Hay que trabajar para que esos chicos estén preparados para ese mundo del que mucho no conocemos”, planteó Oporto. “Hay que imaginar las habilidades de ese mundo que vislumbramos, y trabajar para que esos estudiantes puedan ingresar al mundo contemporáneo que les tocó”, finalizó.