Vergonzoso argumento usado por las defensas de Nahuel Olivera y Alexis Escribanti, los asesinos al volante que cumplen prisión preventiva por la picada mortal de Laferrere en la que mataron al pequeño Tahiel Contreras, de apenas seis años.
Bajo el argumento de un supuesto “daño psicológico” que están atravesando por encontrarse privados de su libertad y en orden a no contar con antecedentes penales, los abogados de ambos solicitaron al juez de Garantías Nº 5 de La Matanza, Gustavo Banco, una morigeración de sus condiciones de detención. En concreto, pidieron irse a su casa a cumplir con arresto domiciliario.
Sin embargo, la respuesta del magistrado a cargo fue de una negativa rotunda. “Ordenaré la asistencia y tratamiento psicológico para trabajar sus recursos subjetivos para afrontar la adversidad en la que pudiesen estar inmersos”, afirmó el juez, quien rechazó el recurso presentado por las defensas de los acusados.
Como informó Primer Plano Online en diversos artículos, Olivera y Escribanti enfrentan cargos por los delitos de “prueba ilegal de velocidad en concurso real con homicidio simple con dolo eventual en concurso ideal con lesiones leves reiteradas en dos oportunidades”.
Tanto el juez de Garantías como la Cámara de Apelaciones y Garantías en lo Penal de La Matanza confirmaron la prisión preventiva de ambos, dado que reunieron pruebas fílmicas y declaraciones de testigos mediante los cuales tienen demostrado que el accionar de los conductores “no puede ser calificado como culposo”. “El resultado de muerte aparece como claramente esperable, y Olivera y Escribanti nada hicieron para prevenirlo”, indica el expediente avalado en diversas instancias.
Consultado por la resolución que rechazó la domiciliaria, el abogado Diego Dieguez Ontiveros, representante legal de la familia de Tahiel consideró que “los detenidos parecieran no entender la gravedad de lo producido por su accionar criminal”. Es lógico y fácil imaginar el estado de esa familia que perdió a una criatura a manos de dos asesinos al volante que ahora dicen sentirse dañados en su psiquis.
Según consta en el expediente, Olivera y Escribanti se conocían por concurrir a un picódromo y el día del hecho, al cruzarse, se saludaron y decidieron llevar a cabo una prueba ilegal de velocidad por lo que condujeron por la Ruta 21 intentando sobrepasarse, efectuando maniobras de zigzag entre los automóviles al paso, cuando una maniobra resultante de la picada ilegal provocó que el Corsa embistiera a un tercer vehículo, un Fox, que circulaba a baja velocidad y en la misma dirección, ocasionando que ese auto se subiera a la vereda y provocara el desastre que le costó la vida a Tahiel.
Asimismo, quedó plasmado en la causa “la despreciable actitud asumida por los acusados”, dado que Olivera se mostraba preocupado por los daños materiales sufridos y Escribanti se retiró del lugar “teniendo en vista el resultado de la colisión”.