Lunes por la noche, sucursal del Banco Nación de Isidro Casanova. Un matrimonio deja el auto en la esquina de Quito y Roma. Eran las 21.45 y Daniel Ruiz se acercó hasta la entidad para retirar el dinero de la jubilación de su mamá. Estaba con su mujer, Margarita Márquez.
Terminaron el trámite en una entidad manchada por sangre: el pasado 30 de enero, un grupo comando entró a robar en la apertura del horario bancario y uno de los ladrones fusiló a Germán Chávez Torrez, el trabajador que estaba en su puesto, en una de las cajas, y recibió un tiro en la cabeza que acabó con su vida en el acto.
Ahora la situación era otra: las lucas de la calle iluminaban esa esquina, a la cual Daniel y Margarita retornaban para subirse a su coche y volver a su casa. Pero había tres delincuentes que tenían otros planes y los abordaron violentamente para robarles el rodado. Eran dos hombres y una mujer, que ejercieron toda su ira contra las víctimas.
Los dos varones se abalanzaron sobre Daniel, que pretendía subirse en la butaca del lado del conductor. Uno de ellos ocupó su lugar luego de quitarle las llaves, y apuntó todo para arrancar; el otro arrinconó a su víctima contra la pared de una vivienda. Sin oponer resistencia, el dueño del auto recibió dos balazos: uno en el hombro y el otro en la nuca.
Mientras, Margarita fue atacada por la joven ladrona, pero apenas corrió unos metros y logró zafarse. Luego se acercó y se quedó con su marido, que estaba sentado en el piso, contra una pared. Como consecuencia del ataque, el hombre recibió un disparo en el hombro y otro en la nuca.
Daniel fue llevado al hospital Paroissien, y fue operado de urgencia en el cráneo. Allí permanece internado. Cuando tenía 18 años (hoy tiene 51), sufrió un balazo también en la nuca, y el proyectil nunca pudieron extraerlo, quedó alojado en su organismo, encapsulado. Aquella bala ahora tiene compañía. El Renault Kwid, que fue lo único que les robaron, apareció a las pocas horas abandonado en Villa Palito gracias al sistema rastreador Lo Jack.