Por Adrián Noriega
La legitimidad a los reclamos no se lo quita ni se la da la cantidad de movilizados. Es tan válida una marcha por una fábrica cerrada como aquella en defensa de la democracia, como se intituló la realizada el sábado en Capital Federal y gran parte del país. En definitiva se trata de lo mismo: de salir a ganar la calle en defensa de lo que uno cree. Y cuando ese pensamiento encuentra eco en mucha gente, trasciende las individualidades.
Bienvenidos a la democracia. A aquellos que se quejaron de algunos micros que dirigentes de Cambiemos pusieron a disposición de quienes quisieran estar en el lugar de confluencia cuando ellos, en verdad, siempre lo hacen. Bienvenidos a la democracia a quienes sumaron su aporte para que la gente esté presente en la Plaza de Mayo y el número de la marcha se engrose, pese a que luego los líderes de la manifestación (Gobierno incluido) hayan hecho un culto de que fue algo espontáneo, sin traslados ni choripán. Bienvenidos a la democracia a los que critican a los piquetes e hicieron el sábado a la noche una gran puesta en escena en las calles para defender su voto de los «intentos desestabilizadores». Y bienvenidos a la democracia también a los que hacen un culto del conflicto y les molestó encontrarse con esa multitud defendiendo sus ideas.

Desde Nuevo Encuentro Morón ayer salieron a acusar al concejal de Cambiemos Cristian Salinas de haber puesto micros para trasladar a vecinos del distrito hasta en punto neurálgico de la concentración en capital. Hicieron circular, inclusive, algunas fotos de colectivos naranjas (escolares) con banderas amarillas en donde se lee el nombre del citado edil, hombre que, por otra parte, es un dirigente que proviene del peronismo.
Cierto es algo: nadie es más o menos ciudadano por ir a una manifestación caminando o en micro.
Está bárbaro que los argentinos se puedan expresar y movilizar, que nos paremos de manos para dejar de ser llevados por delante por políticas que no conducen a buen destino. Hace poco menos de un mes, en una multitudinaria manifestación de la CGT, las bases ganaron fuerte protagonismo con la frase “poné la fecha”. Los dirigentes se vieron obligados a decretar el primer paro nacional contra la administración de Mauricio Macri, que será el jueves venidero. Pero después de eso hubo masivas protestas de los docentes, de grupos piqueteros, de trabajadores enrolados en la CTA… Y en todas hubo micros y logística como para que la presencia en las concentraciones sea en grandes cantidades. Hasta la Iglesia cuando hace la peregrinación a Luján pone logística a disposición: acerca gente hasta un determinado lugar o sube a feligreses que no pueden continuar su caminata.

Contraponer la espontaneidad a los micros y el choripán es un juego maniqueo que no quita ni aporta absolutamente nada a la voluntad del pueblo, y que lo único que logra es alimentar la grieta. En toda manifestación hay quienes van por decisión propia y otros que van llevados (u obligados a ir) por las circunstancias. Que desde el peronismo o sectores kirchneristas se preocupen por mostrar que hubo micros no podrá borrar la masividad de la marcha del sábado, y el mensaje que surgió de allí: el Gobierno tiene un buen respaldo popular, no siempre ruidoso. Ahora, que desde sectores del macrismo intenten expresar para diferenciarse que no hubo traslado de gente también es un absurdo que no conduce a nada.
A todos, en síntesis, bienvenidos a la democracia, que no es otra cosa que el gobierno del pueblo.