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domingo, mayo 18, 2025
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El nuevo libro de Carlos Romano: “Mi niño perdido”, una búsqueda interior que desafía la adultocracia

¿Cómo reencontrarnos con nuestro niño interior? ¿Cómo seguir las huellas que dejó en nuestra conciencia? En un nuevo libro de su colección personal, el reconocido vecino de Ituzaingó Carlos Romano intenta tomar esas preguntas para abordar una serie de respuestas frente a los interrogantes que la humanidad de hoy día presenta, enredada en los problemas que se generó a sí misma, sus debilidades y miedos.

El ex juez de familia y asesor legislativo, entre tantas otras tareas que desarrolló, construye a través de “Mi niño perdido” una suerte de metáfora “que nos acerca a ese niño al que descuidamos o involuntariamente dejamos de escuchar, pero que sigue siendo una parte nuestra que permanece oculta en lo profundo del alma”.

El vuelo por la filosofía, la teología y “la sabiduría de montaña, esa que genera tanta pequeñez alrededor” atraviesan las líneas volcadas por Romano en el texto, que tiene previsto presentar oficialmente en la Feria del Libro 2018 por pedido de la editorial Kier, que editó el escrito. Pero como suele hacer por arraigo personal, también realizará el respectivo estreno en la región oeste.

Carlos Romano
Para Romano, «la mayor seguridad está en la simpleza, y esa simpleza la encontramos cuando somos niños”

“Es muy difícil encontrar ese niño que alguna vez fuimos y que por mandatos culturales fue decayendo. Estamos frente a un sistema adultocéntrico, con una humanidad que se dirige a su propio suicidio, una suerte de ecocidio por las estructuras económicas, políticas y tecnológicas que lo gobiernan, en donde no hay nada de ese pensamiento transparente, sutil, temerario y espiritual de la niñez”, define Romano en conversación con Primer Plano On Line.

Es que, según expresa, a medida que crecemos, las incertidumbres, la carga de responsabilidades y el ruido constante de lo inmediato nos llevan a perder la libertad, la alegría, el asombro y la capacidad de amar que teníamos en nuestra infancia. Esa en donde nos permitíamos jugar con otro sin siquiera saber el nombre ni sus valores personales. Sólo nos importaba jugar y nada más. Para Romano, “Mi niño perdido” es un viaje personal pero a su vez un espejo que nos recuerda que alguna vez fuimos capaces de ilusionarnos, de imaginar mundos mágicos, improvisar a cada paso sin sentir temor al fracaso y sabernos invencibles.

“Tal vez para encontrar soluciones al mundo debiéramos regresar a eso tan simple pero complejo a la vez, porque implica darle espacio a la vulnerabilidad. Eso es lo que quisiera transmitir a través de éste libro, que la mayor seguridad está en la simpleza, y esa simpleza la encontramos cuando somos niños”, agrega ante la pregunta de Primer Plano On Line sobre sus pretensiones en este libro. Es que, en definitiva, si alguien consigue encender esa luz interior, sabe que su objetivo habrá sido ampliamente superado.

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