Si la consigna fuera definirla, diríamos que Florencia Di Matteo es activista por la liberación animal, pero definitivamente esta mujer de 43 años es muchos más que eso. Su postura ética es el veganismo, condena la explotación animal y su lema de vida es “Como no puedo salvarlos a todos, decidí no comerme a ninguno”. Coherencia brutal.
Segura de que el mundo está cambiando en este sentido, reconoce que las opciones veganas que proliferan en distintos ámbitos son la muestra acabada de que son muchas –y cada vez más- las personas que promueven el derecho de los animales en todo el planeta.
Florencia rescata animales desde muy chiquita. A los 7 años llegó a su casa con un perro negro mestizo y su mamá no tuvo opción: lo adoptaron como mascota y vivió con ellos 17 años. Desde entonces fueron sucediéndose los rescates, llenó la casa de cachorros, gatos, pulgas y garrapatas. Salía a ofrecerlos por el barrio con distinta suerte y volvía devastada ante la negativa de sus vecinos cuando no podía darlos en adopción.
Supo por entonces que de grande, cuando tuviera un espacio propio, se ocuparía muy en serio de este pendiente. Desde hace más de 15 años rescata animales. Actualmente tiene 23 perros y gatos en su casa de Ramos Mejía. Allí viven los de tamaño más pequeño, que requieren estar en un lugar calefaccionado y confortable, y en un campo que alquila con unos amigos en Exaltación de la Cruz cuenta con muchos más animales de diferentes especies.
A lo largo de su vida Florencia Di Matteo puso en riesgo su salud más de una vez, exponiéndose a situaciones de alto estrés por rescatar a tantos animales. En diálogo con Primer Plano Online se define y explica sus limitaciones: “yo soy activista, defensora y protectora de los animales; esto no significa que pueda ayudarlos a todos, pero sí hago mi aporte desde el lugarcito del mundo que me tocó para generar conciencia sobre lo que corresponde y conviene hacer: de base, esterilizarlos e identificarlos”, apunta.
Florencia tiene una sensibilidad que le brota a flor de piel. Ella es acompañante terapéutica, hace integraciones escolares y está terminando la carrera de Psicología. Con la carga horaria que le genera su trabajo y el estudio, “inventa” tiempo para atender a sus “rescataditos” –como ella los llama- y ponerse en acción a toda hora por encontrarles un hogar. Tan sagrada es su misión en la tierra que su perfil en redes sociales lleva un nombre inequívoco: @santuariodeflorcita
“Estamos atravesando un momento muy delicado y si no se generan adopciones no puedo seguir rescatando”, se lamenta. Casi todos los gastos para el sustento de los animales salen de su bolsillo. “Aunque hay familias adoptantes que se suman a colaborar ante necesidades puntuales como un traslado, una operación complicada, una castración o un servicio de peluquería eventual, ante pedidos específicos que disparo a través de mis redes sociales surge siempre una respuesta solidaria”, cuenta reconfortada.
Además, Florencia cuenta con la ayuda de la Comunidad Old Prince –“la marca de un alimento de excelente calidad”, destaca- que por cada 20 bolsas vacías que ella les entrega, recibe una llena para alimentar a los rescataditos. En la movida de la colecta de bolsas participan los adoptantes, veterinarias amigas y otras almas generosas que la ayudan desinteresadamente.
Cuando se genera el vínculo con la familia adoptante, Flor entrega al animalito castrado, vacunado, desparasitado e identificado. Cuenta en base a su vasta experiencia que “los caniches, peluditos y chiquititos salen muy rápido en adopción, mientras que los de color negro son los más resistidos… y mis preferidos, por supuesto. La gente suele ser muy selectiva”, se lamenta, pero aclara que ella también lo es en base a su alto grado de responsabilidad. “Yo pongo requisitos para entregar a mis rescataditos: me fijo que la persona o la familia cuente con recursos para mantenerlos, que tengan una casa segura, sin riesgos de fuga y con protección si hay balcón o pileta. Después del esfuerzo hecho para sacarlos del infierno en el que vivieron no puedo arriesgarlos a que la pasen mal”, explica con determinación.
Otra de las versiones de adopción que propone esta activista es el ‘hogar de tránsito’ “para aquellos que no están convencidos aún de adoptar pero quieren vivir la experiencia para luego decidir. Hay muchas personas que están dispuestas a dar amor, ayudar a salvar una vida, pero quizás no saben si se van a adaptar a vivir con el animalito, o están por viajar o lo hacen frecuentemente, entonces adoptan al perro o al gatito por un tiempo que acordamos, me lo devuelven cuando no van estar y a su vuelta retoman la experiencia o en algunos casos deciden quedárselo para siempre”. Actualmente hay 7 familias en este formato.
super enanita y de
muy buen carácter
Además, Florencia afronta el gasto de animales pensionados en guarderías pagas: se trata de rescatados que no se adaptaron a vivir en manada o por alguna cuestión de salud deben estar aislados hasta el momento de su adopción. Hoy tiene 5 perritos en esta condición.
Quizás a esta altura se comprenda por dónde llega el estrés a la vida de esta defensora y protectora de animales. Y hay más: “no es lo más común pero a veces los perros y gatos son devueltos”, nos cuenta. “Mi condición es que ante cualquier inconveniente que el adoptante tenga, el animal vuelva a mí: yo después veo cómo lo manejo, pero bajo ningún concepto quiero que sean abandonados. Mi compromiso es de por vida con cada rescatadito que pasa por mis manos”.
Para ayudar a solventar el cuidado de sus animales, Florencia Di Matteo participa también de un proyecto solidario de collares con identificación, que aunque genera una ganancia mínima, ayuda a solventar algunos de sus gastos. Sin embargo, aunque los ingresos por esta vía no signifiquen tanto en términos económicos, Flor destaca su utilidad: “la mayoría de los perros que rescatamos no fueron abandonados, sino que están perdidos por culpa de personas negligentes que no tuvieron la precaución de ponerles un collar con una chapita que cuente con un número de teléfono a dónde llamar para devolverlos a sus dueños”, explica con pedagogía.
La activista de Ramos Mejía está embarcada también en un proyecto de derechos de los animales (que excede a los perros y gatos) para lograr castraciones gratuitas en todo el país y educación en respeto de todas las especies. No quiere desaprovechar esta ocasión para invitar a los lectores de nuestro medio a sumar su firma para que las cosas comiencen a cambiar de una vez por todas: encontrá el link aquí.
Esta nota presentó un sinfín de oportunidades para conocer el trabajo a pulmón y desbordante de amor de Florencia Di Matteo. Quienes quieran adoptar, ya saben cómo contactarla, y a quienes no se encuentren en esa situación y puedan ayudarla ocasional o sostenidamente, les brindamos los datos para realizar donaciones que, acreditamos, tendrán el destino debido:
Alias: FLANCO.DUENDE. LINEA
CBU: 0140042703512052835589 a nombre de María Florencia Di Matteo
en Marcado Pago RescataditosFlor
WhatsApp: 11-2749-5854