28.2 C
Buenos Aires
viernes, enero 24, 2025
spot_img

Memorias de un colectivero recién jubilado: el día que bajó a palazos a un punga que intentó robarle a una anciana en Merlo

“Alaaaaaambre, alaaaaaambre”, se escuchó en la terminal de Barrio Nuevo, en Merlo. Ahí llegaba con su interno, el 201 de la línea 504 de Merlo, perteneciente a la empresa 216 Hugo Osvaldo González, que tras 30 años de manejo interrumpido sólo por sus vacaciones anuales se jubiló.

“Alambre me puso un inspector cuando empecé en el colectivo, allá por 1992. Fue porque era muy flaco, y ese sobrenombre me acompañó para siempre”, contó el trabajador en conversación con Primer Plano Online. Con el fin de mayo, el martes a la noche realizó su último recorrido, siempre por la tarde-noche, y al llegar a la estación final se encontró con la sorpresa.

Otra vez estallaron fuegos de artificio a modo de tributo de sus compañeros, que le regalaron una despedida “inolvidable”, según definió. Lo esperaban su esposa de toda la vida, su hija, su hijo, nuera, yerno, y tres nietos, dos de nueve años y otro de cuatro. “Ahora espero disfrutar con mi señora. Salir a pasear cuando podamos y a conocer algunos lugares. Y a mis nietos empezar a llevarlos a la escuela e irlos a buscar”, contó sobre sus planes a futuro.

A diferencia de otros colegas que también se jubilaron recientemente en el corto plazo no está seguir trabajando. “Ya laburaste toda tu vida”, le dicen en casa. Por eso con los papeles terminados y con el ingreso mensual fruto de sus años de aporte ahora el desafío es empezar a dejar las preocupaciones laborales de lado y dedicarse a eso que siempre se posterga por las obligaciones.

Durante sus años de recorrido por los varios ramales de la 504, ‘Alambre’ conserva cientos de anécdotas. Pero eligió dos en particular para la charla con este medio. “Un día una señora muy mayor subió al colectivo y atrás suyo uno que la quería punguear. Me di cuenta y saqué un palito que tenía guardado para darle en los dedos por atrevido”, narró. Lo puso en fuga: el ladrón se tuvo que bajar frustrado del bondi.

En otra ocasión le pasó una historia distinta, pero que también tiene presente. “Uno se quedó dormido en el caño del medio como si fuera un murciélago. No lo podía despertar y terminé en la comisaría. Ni los policías lo podían despertar. Era un muchacho que venía trabajando muchas horas y estaba muy cansado”, reveló. Típicas historias de las calles del conurbano.

“Nunca pensé que iba a llegar este momento. Y la verdad no me esperaba que me despidan así. Había inspectores, pibes jóvenes a los que se le caían las lágrimas. Y eso te toca mucho, te llena de orgullo”, se sinceró Hugo para cerrar la entrevista, mientras hace planes para ir a pescar cuando el frío afloje un poco.

Lo más visto

Artículos destacados

¿Lo leíste?

spot_img
spot_img
spot_img
spot_img
spot_img
spot_img