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sábado, mayo 17, 2025
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Medio siglo de José al frente de su almacén en Merlo: “en casa me dicen que ya tengo que dejarlo, pero esto es mi vida”

A los 72 años, José Alvarenga cumple medio siglo al frente de su almacén de barrio en la localidad de Libertad, en Merlo. Su negocio ‘Cuatro Hermanos’, que hace alusión a sus cuatro hijos, está ubicado sobre la calle Magallanes, entre Itaquí y Martín Fierro, y es atendido por él mismo de lunes a sábado de 8 a 13 y de 17 a 21, y los domingos por la mañana, porque la tarde la dedica al descanso y paseo familiar.

“Callate que si fuera por mi señora hubiera querido tener 15”, se sincera José durante la charla con Primer Plano Online. Hace referencia al nombre del local: 46 años tiene su hijo más grande; 44 la única mujer; 36 el que define como “bohemio”, que está en Misiones; y 22 el más chico, que curiosamente es el único que hasta ahora le dio una nieta.

En conversación con este medio, el almacenero contó que arrancó a trabajar a los 14 años en una fábrica de zapatos en Flores. Eran otros tiempos, claro está. Allí conoció ahí a quien luego sería su socio, con quien empezó a comprar cosas para vender los fines de semana por las calles del barrio hasta que un día recibieron la propuesta de quedarse al frente del negocio barrial.

Sacamos un crédito y nos endeudamos hasta la médula, pero así arrancamos. Hay gente que se acuerda de vernos pasar con bolsas cargadas de cosas arrastrándolas para reponer mercadería. Y ese fue el comienzo de esta historia, que es mi vida”, describió el comerciante.

Por el almacén pasaron varias generaciones de familias del barrio. Y vicisitudes propias de la economía del país que vaya si tuvo vaivenes. “Si yo no estoy más en el negocio no sé qué me pasaría. En casa me dicen que ya tengo que dejarlo, pero esto es mi vida. Y cumplir 50 años es muy emotivo”, reflexiona con la voz siempre pausada, con algo de tonada correntina, su provincia natal.

En cuanto al barrio ‘La Tierrita’, como se lo conoce, asegura que “el gran problema es que acá esperamos el asfalto, que nunca llegó”. También que tuvo que poner rejas y alarmas para atender porque “me robaron un montón de veces”, pero nada le impidió seguir. Es más: tiene a su lado a un empleado que hacer 30 años trabaja con él.

“La verdad que no me puedo quejar. Con todos los altibajos que hubo en el país, como esto es mío y mis cuatro hijos ya están grandes, mal no la paso. Mi gratitud eterna con este negocio, con Dios y con la gente del barrio, que sigue viniendo como el primer día”, completa José, mientras termina de acomodar desde cebollas hasta artículos de perfumería.

Para cerrar recuerda que, al ser del barrio, tiene un plus con la gente: conoce a la mayoría y lo une con la vecindad algo mucho mayor que un vínculo entre comerciante y clientela. “Me ha tocado muchas veces llevar a mujeres a punto de dar a luz con mi camioneta hasta el hospital porque no tenían cómo llegar. Y siempre que puedo dar una mano aquí estoy”, cierra la entrevista.

¿Cómo no amar a personajes así, únicos en los pueblos? José Alvarenga, ejemplo de Merlo para el universo.

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