Jonathan Sagardoy fue asesinado por un grupo de vecinos de Villa Ballester que, en principio, lo confundieron con un ladrón que había ingresado a robar a una vivienda. Al muchacho, de 32 años y trabajador del Easy de San Martín, lo fusilaron tras una persecución de varias cuadras. Fue rodeado por dos camionetas, un auto y una moto, desde donde le dispararon tras encerrarlo mientras escapaba de lo que creía era un intento de robo. Una bala impactó en su humanidad, debajo de la axila derecha, y la otra quedó en la luneta de la camioneta Partner que conducía. Murió cuando estaba siendo atendido en el hospital en lo que se tradujo como un caso extremo de injusticia por mano propia: mataron a un inocente en medio de una cacería. Pero, además, si hubiera sido un delincuente, ¿se justificaba semejante accionar?
El presunto autor del balazo se entregó y reconoció que se había equivocado de víctima, al pensar que Jonathan le había querido robar a una vecina días antes. Es Guillermo Nicolás Gómez, a quien se lo acusa por el homicidio. Hubo otro detenido: Leandro Javier Morales, alias ‘Búfalo’, quien trabajaba como visualizador del Centro de Operaciones y Monitoreo de San Martín desde hacía cuatro meses y no tenía antecedentes penales. Pero el juez de Garantías Mariano José Grammatico Mazzari lo liberó por falta de mérito, pese a que admitió que participó de la persecución de Sagardoy con su moto, sin estar armado.
El tercer arrestado por el caso es Cristian Biasutti, quien según la investigación, viajaba junto a Gómez en otra camioneta Partner -como la de la víctima-, y se sospecha podría ser el dueño del arma homicida. El sujeto, de 33 años, estuvo prófugo un mes y algunos días hasta que se entregó. Está sindicado de ser parte del grupo que arrinconó a Sagardoy apenas estacionó su camioneta en la esquina de Montevideo y San Pedro, en Villa Ballester, a las 0.20 del 31 de agosto pasado. La justicia le acaba de dictar la prisión preventiva, que él apeló a través de su abogado.
“Nosotros no queremos que salgan libres y que la justicia continúe profundizando la investigación, porque no son ellos nada más los responsables. Hubo ocho personas al menos que participaron de la persecución y esperamos que los busquen a todos”, reflexionó ante la consulta de Primer Plano Online Gilda Berri, la mamá de la víctima.
La investigación que lleva adelante el fiscal Fabricio Iovine apunta a que Gómez fue el asesino de Sagardoy y que Biasutti fue partícipe necesario en el hecho. De la persecución participaron otra camioneta Partner similar a la de Sagardoy, una Master tipo trafic, un Fiat Palio y la moto, y de los siete implicados que aparecen en el expediente hay tres que están en calidad de testigos, y le aseguraron a la justicia que quien disparó fue Morales, el liberado.
Jonathan llegó manejando hasta el Hospital Castex y murió dos días después de la cacería humana por un paro cardiorrespiratorio. En el camino cruzó a un patrullero y le pidió que lo acompañe con el poco aire que le quedaba. Al lado estaba su amigo Cristian Castro, a quien la bala le rozó el hombro, que veía cómo Sagardoy perdía de a poco su vida: el disparo le recorrió órganos vitales como hígado, intestinos y se alojó del lado izquierdo del abdomen. Lo destrozó internamente.
El caso está calificado como homicidio agravado por el uso de arma de fuego y prevé una pena de entre 10 y 25 años de cárcel. Muy poco frente a una familia condenada a vivir en la ausencia de un ser querido a perpetuidad.