La última encuesta sobre solidaridad en acción hecha por la consultora Voices/Gallup arrojó como resultado que el 54% de los argentinos declara haber donado bienes o dinero en los últimos 12 meses. Y dos de cada diez hacen tareas de voluntariado. Durante la crisis de 2001 el número subió a 3 de cada 10, aunque luego esa cifra volvió a bajar a los niveles de hoy.
El argentino promedio se conmueve y moviliza en situaciones de catástrofe o frente a historias extremas, aunque entre los entendidos eso es catalogado como “espasmos de solidaridad”. En rigor, una vez que las luces de las cámaras o la presencia mediática de los temas disminuye, en forma proporcional lo hace la participación ciudadana.
Ya en lo que refiere a la calidad de las donaciones, del estudio se desprende que las mujeres son más propensas a dar: un 57% respondió afirmativamente contra un 49% de varones. Ellas suelen donar más cosas, quizá porque tengan un mayor conocimiento del funcionamiento del hogar y la importancia de elementos como ropa, muebles, juguetes o útiles. Entre los hombres es más frecuente la donación de dinero para causas solidarias. De todos modos, lo que deja en claro la encuesta es que la donación material o de tiempo no es un hábito.
La contracara
Curiosamente, de la mano del poco apego a la solidaridad más allá de las coyunturas, otro dato se presenta como revelador de los tiempos que corren. Según otra encuesta, en este caso de la consultora Trial Panel, los argentinos además de poco comprometidos con la solidaridad también somos acumuladores: casi 8 de cada 10 encuestados dijeron que acumulan cosas que saben que no van a usar. «Si esos objetos en desuso se convirtieran en ayuda cumplirían la doble función: despejar las casas de objetos sin uso y convertirlos o canalizarlos en ayuda para quienes los necesiten», señaló Mercedes Jones, directora del Foro del Sector Social.