Todas las historias de víctimas de la delincuencia tienen su propio drama implícito. Por mínimas que parezcan, cada una de ellas tienen algo que contar, que revelar, que hacer ver al mundo. En muchos casos, incluso, se convierten en famosos por unos minutos, porque la trascendencia que le dan los medios de comunicación multiplica por cientos su nivel de conocimiento.
Lo que le pasó a Pablo el sábado pasado en Ituzaingó no escapa a las generales de la ley, aunque hay una dosis de impotencia porque hace siete meses que no podía trabajar, pese a que igual cobraba parte del salario, y tuvo que renunciar a su empleo en el restorán ‘La Parolaccia’, donde era mozo, para cobrar un dinero que le permitiera cubrir la operación de su hijo, de 22 años, que había tenido un accidente en moto y debía ser intervenido.
Entonces, la primera salida que encontró para su situación es, por el momento, salir a trabajar como repartidor de la aplicación Rappi. Ahí estaba anotada otra hija suya, de 18 años, pero ella iba y venía con su bicicleta. Pero el sábado se le rompió y él le propuso llevarla con la moto. Pero al llegar a la intersección de Monroe y Darwin, en Ituzaingó, dos motochorros les dieron cuenta de que tenían otros planes para padre e hija.
«Íbamos por José María Paz. Cuando doblo en Monroe, hago media cuadra y los vi por el espejo retrovisor. Cuando cruzo Darwin me tiro contra el cordón porque sabía que me iban a encerrar. Saco la llave, y les dije que dejaban ir a mi hija les daba la moto. Se bajó la nena, y me puse a discutir con el delincuente. El otro se dio vuelta y me gritó que le diera la llave o me mataba”, contó Pablo a Primer Plano Online.
Hay dos datos que provocan más indignación en la familia víctima del ataque motochorro. Por un lado, que el rodado tenía rastreo satelital que él pagaba todos los meses. “Me llamaron de la empresa que encontraron el dispositivo tirado en Libertad, Merlo”, aclaró Pablo. Por el otro: desde la comisaría de Villa Ariza se contactaron con él esta mañana luego de la viralización de las imágenes. “Después de hablarme y preguntarme varias cosas me preguntó qué fue lo que me llevó a hablar con los medios”, reveló la víctima. Es decir, los uniformados estaban preocupados por el hecho de que el robo salga por canales y portales.
Es la tercera moto que le roban al muchacho, casado, padre de cuatro hijos y con una nuera embarazada de siete meses que agrandará la familia. Viven todos juntos en una vivienda de García y Los Talas, en Villa Udaondo. Todos los robos fueron en circunstancias diferentes, pero éste llegó en el peor momento, si trabajo ni recursos, y con lo justo para parar la olla en casa. Pablo ahora necesita ayuda: o que aparezca su moto o contar con algún recurso para seguir adelante. “Me arruinaron, no tengo qué hacer ahora”, cerró.