Atilio Escalón se siente decepcionado. Tiene bronca, que a sus 82 años de edad, sumados los calores de la época, se transforma en picos de presión. “Me tuvieron que agarrar entre mi hijo y un amigo por el dolor de cabeza que me causó y una subida de presión por el disgusto”, le contó vía telefónica a Primer Plano Online.
¿Qué pasó? La calesita que administra desde hace 52 años, y que desde 2000 funciona en la plaza del Vagón en Castelar, fue nuevamente vandalizada. Pero ahora de una manera asquerosa, sintetizada en maldad: quienes ingresaron defecaron en uno de los juegos en los que se sientan niñas y niños para vivir esas vueltas venturosas a la espera de sacar la sortija y ganarse otra.
Atilio no va al entretenimiento más que los fines de semana. Sábados y domingos a la tarde ofrece como promoción tres vueltas por 2000 pesos. El primer día del año que se acercó se encontró con la desagradable sorpresa. “Creo que esto fue una provocación, porque ninguna persona normal puede hacer semejante cosa”, se quejó. La plaza Cumelén en donde está emplazado el histórico carrusel, es una de las más convocantes de la zona y en la que suele haber gran cantidad de eventos.
“Me llegaron a robar hasta la lamparita y la dejaron en un bolso arriba del techo de la boletería, que no sé qué quisieron decir. La verdad, hice la denuncia ahí a la Policía, me prometieron que iban a pasar durante la noche dos o tres veces por la calle Los Incas, pero si pasan y no se bajan y van hasta la calesita nunca se van a enterar”, lamentó el histórico trabajador.
Atilio Escalón: “una vez más y cierro la calesita”
Atilio avisó en un video que está “muy cansado”. No sólo por su edad, sino porque siente que debe remar contra cosas que ahora le hacen daño en lo personal. Además, debe viajar desde El Palomar, en donde vive, hasta la plaza ubicada en Los Incas y San Pedro, de la mencionada localidad de Morón. Es más: hasta reveló que no sintió tanta indignación como ahora cuando fue víctima del incendio que sufrió en 2010, en el que se quemaron buena parte de los juegos.
“Todos se lavan las manos, así que me las tendré que bancar. Pero aviso: una vez más y cierro la calesita. No me voy a morir ahí por algún drogadicto que pulula por ahí”, criticó. “Yo nunca maltraté a nadie. Incluso cuando llego a abrir la calesita les pido que se corran si están durmiendo ahí. Pero esto que hicieron ahora para mí fue cartón lleno. Otra más no me banco”, concluyó.
Su hijo, con ayuda de un amigo, fue el encargado de limpiar el lugar y desinfectarlo todo para que este fin de semana otra vez nenas y nenes puedan vivir su aventura. Es que su propia familia, pese a que no quiere que trabaje más, respeta el hobby de Atilio, calesitero desde hace 52 años.
El hombre vive con su jubilación tras haber dado su vida laboral a una empresa de Caballito en la que fabricaba transformadores para equipos rectificadores. En 2023 le dieron un reconocimiento por los 50 años de actividad: el propio intendente Lucas Ghi le entregó la placa en persona: la calesita comenzó a funcionar en 1973 y hoy día sigue brindando amor y alegría.
